La eterna quijotada de creer en la humanidad

La eterna quijotada de creer en la humanidad Estrenan El hombre de la Mancha en el Maipo junto a Cecilia Milone. Aseguran que todas las personas son idealistas. La eterna quijotada de creer en la humanidad

Las puertas del teatro Maipo ya anuncian el estreno que se conocerá el 7 de enero: El hombre de la Mancha, musical célebre de Dale Wasserman, ahora con adaptación, dirección e interpretación de Pepe Cibrián Campoy y un elenco encabezado por él, junto a Raúl Lavié y Cecilia Milone.

Es Cibrián Campoy quien explica la decisión de hacer este musical: “Cuando tenía doce años Nati Mistral y Ernesto Bianco la estrenaron. Se hizo un especial en la televisión y recuerdo que pensé ‘quiero hacer esta obra’. Muchos años después empecé a escribir musicales, pero después que hice Marica me picó el bicho de la actuación. Creo que con Priscilla, que me ofrecí para hacerla, me descubrieron como actor. A partir de ahí retomé aquel sueño de hacer El hombre de la Mancha y compramos los derechos.

— ¿En qué se diferencia esta nueva puesta?
CIBRIAN CAMPOY: Aquí Quijote no es un loco, es alguien que sueña y tiene trabas. El sabe que esos  molinos de vientos lo son, pero está dispuesto a luchar. La obra se inicia con un cuento y todos se van subyugando, porque todos tenemos rejas.

—Hoy que el materialismo nos invade, Quijote quedó como idealista…
CC: Todos lo somos. Cuando empecé en los sótanos, no buscaba dinero. Creo que a la sociedad le va a pegar porque quiero creer que todos en el fondo somos Quijote. Creo que todos los argentinos nos merecemos este homenaje, con los arreglos de Angel Mahler y con este maravilloso Sancho que hará Lavié. Me demostró una gran generosidad.
LAVIE: Por mi parte sigo siendo un idealista. Nunca hice algo en la vida que no me gustara hacer. Ahora estoy grabando un CD con temas folklóricos, es otro desafío. Tenía esa deuda conmigo mismo. Canté en inglés, bolero, rock, tangos, y comedias musicales, pero nunca había grabado folclore. Tenía la posibilidad de grabar con Arturo Sandoval boleros, pero quise hacer primero los temas folclóricos. Mi abuelo fue mayordomo de estancia, mis tíos me llevaban al campo tres meses, así conocí a los peones, aprendí a montar, era al norte de Santa fe, en el límite con Chaco. Vi cómo cazaban avestruces, escuchaba sus canciones, a la noche agarraban las guitarras y entonaban. Grabaré muchos clásicos, me pasé un año recorriendo temas, quiero que estén las zonas de zambas, chacareras, tonadas, y chamamé y que no falte ningún lugar.

—¿Cómo buscaste al elenco?
CC: Está plagado de protagónicos aunque no sean famosos, son todos excelentes intérpretes. Muchos habían trabajado antes conmigo y extrañaban este profesionalismo. Creo que la televisión hizo creer que al éxito se llega por una grúa y después los tiran. No entienden que en realidad hay que subir lentamente los escalones. Mi madre decía que el teatro era una ola, te subía y te bajaba. Es difícil hoy para un joven adquirir oficio cuando hacen una función semanal, nosotros teníamos seis, aunque no tuviéramos público.

—Dos veces interpretaste al Quijote, la última en el año 2005: ¿cómo se pasa a ser Sancho?
L: Me tendré que adaptar. Primero lo hice en México 1968 con Nati Mistral y después El Nacional. Quiero mucho a Quijote, por eso cuando Pepe me contó que lo iba a poner le propuse interpretar a Sancho. Es un desafío y un gran ejercicio actoral. Pasar de Quijote a Sancho me obliga a las búsquedas. Esta es una adaptación que hace Pepe, después de los estrenos no podés tocar ni una coma, pero cuando pasa el tiempo se libera y te autorizan los cambios.

—¿Les da miedo el precio de las entradas?
CC: Salvo en tiempos de los griegos o en la época isabelina con Shakespeare, donde era popular, los demás momentos del teatro fueron siempre aristocráticos o elitistas. Los teatros oficiales no deberían ganar plata, fueron creados para que todos tengan acceso a este arte.

 

Una dama entre caballeros con trayectoria

Será la única mujer en un elenco de hombres. A Cecilia Milone se la ve radiante porque vuelve a la comedia musical.

“Cuando empecé a estudiar canto, mi objetivo era hacer comedias musicales, cuando aquí no había esa tradición. Siento que me profesión es un servicio, si voy a una fiesta canto, no por exhibicionista, sino para compartir. La televisión tiene la maravilla de entrar a las casas y ayudás a que se emocionen, rían o lloren, en realidad extraño esa llegada, pero el teatro es mi vida”, subraya.

“Soy tan fanática de los musicales y siempre busco verlos a todos, si no consigo el video, obtengo el CD o un link por internet para conocer lo que se está haciendo. En este musical, El hombre de la Mancha es un clásico y lo elijo, porque tiene texto y hermosas canciones. Como artista te permite explorar distintas áreas, recorre desde lo popular hasta lo académico”.

“El primer día que llegué a ensayar Pepe Cibrián Campoy me quitó lo que pensaba de mi personaje, él insiste que ella es Dulcinea, más que Aldonza y lo va descubriendo a lo largo del espectáculo. Tuve un preconcepto y lo tuve que dejar de lado, me resultó más rico de lo que imaginaba”.
“En el elenco somos sólo dos actrices, pero todo está equilibrado, hay productoras mujeres y la asistente de dirección también lo es. Es importante el equilibro, las distintas energías son necesarias. Nosotras somos más de solucionar, pero también más emocionales”.

“Mi relación con la literatura española viene de niña. Mi madre de chica no me leía cuentos, sino obras de teatro, conocí todos los textos de Alejandro Casona. Siempre amé al Quijote, quedé amiga de mi profesora de castellano de la secundaria. Tengo varias ediciones de Cervantes, siempre quise a Quijote, más que Sancho. Pepe Cibrián Campoy es mi Quijote, a los 22 años me enseñó a soñar y ahora nos volvemos a encontrar después de mucho tiempo: él me descubrió. Me siento muy Dulcinea y Aldonza, una se hace a sí misma en esta profesión: la fuerte cumple el sueño de la frágil, que sólo quiere ser artista”, concluye.