Por monseñor Jorge Eduardo Lozano
Una de las valoraciones más profundas que tenemos los seres humanos es la familia. Las fiestas más importantes tratamos de pasarla en familia: bautismos, cumpleaños, aniversarios, casamientos, cuando alguien se recibe, la Nochebuena, la Pascua…
Son ocasiones para compartir la alegría con los más cercanos. También en ellos buscamos consuelo ante el sufrimiento y el dolor. Incluso cuando queremos mucho a un amigo, lo distinguimos diciendo «es como de la familia». Hoy celebramos la Fiesta de la Sagrada Familia de Nazareth; Jesús, María y José. La Navidad es el nacimiento de Jesús, y esto aconteció en una familia concreta. En ellos todo era bondad y belleza. Sin embargo no todo era color de rosas. Tuvieron que ir de Nazareth a Belén para el censo ordenado por el Emperador. Conocieron el ninguneo del «aquí no hay lugar para ustedes». Sufrieron la persecución de Herodes que quería matar al Niño y fueron fugitivos en Egipto.
Al volver trabajaron para el sustento familiar. Jesús sufrió el desprecio, la burla, la pasión y la cruz ante el dolor silencioso de la Madre. En nuestras familias a veces hay situaciones de tensión o desencuentros. El Papa Francisco ha convocado un Sínodo para tratar «los desafíos pastorales de la familia en el contexto de la evangelización» que fue realizado en Roma en octubre del 2014. Tendrá su segunda parte en octubre de 2015, también en Roma, con el tema «La vocación y la misión de la familia en la Iglesia y en el mundo». En un documento preparatorio (llamado en latín «lineamenta») se escribe: «Con íntimo gozo y profunda consolación, la Iglesia mira a las familias que permanecen fieles a las enseñanzas del Evangelio, agradeciéndoles el testimonio que dan y alentándolas. Gracias a ellas, en efecto, se hace creíble la belleza del matrimonio indisoluble y fiel para siempre. En la familia, «que se podría llamar Iglesia doméstica» (Lumen Gentium, 11), madura la primera experiencia eclesial de la comunión entre personas, en la que se refleja, por gracia, el misterio de la Santa Trinidad. (…)
«En esto la Santa Familia de Nazaret es el modelo admirable, en cuya escuela «se comprende la necesidad de tener una disciplina espiritual, si se quiere seguir la doctrina del Evangelio y llegar a ser discípulos de Cristo» (Pablo VI, Discurso en Nazaret, 5 de enero de 1964). El Evangelio de la familia, alimenta también estas semillas que todavía esperan madurar, y tiene que hacerse cargo de los árboles que han perdido vitalidad y necesitan que no se les descuide». (nº 23) «La Iglesia, maestra segura y madre atenta, (…) también es consciente de la fragilidad de muchos de sus hijos, a los que les cuesta el camino de la fe. «Por lo tanto, sin disminuir el valor del ideal evangélico, hay que acompañar con misericordia y paciencia las etapas posibles de crecimiento de las personas que se van construyendo día a día. (…) Un pequeño paso, en medio de grandes límites humanos, puede ser más agradable a Dios que la vida exteriormente correcta de quien transcurre sus días sin enfrentar importantes dificultades. A todos debe llegar el consuelo y el estímulo del amor salvífico de Dios, que obra misteriosamente en cada persona, más allá de sus defectos y caídas» (Evangelii Gaudium, 44).» (nº 24)
En un tiempo tan marcado por el egoísmo, el hedonismo, el individualismo, y no sé cuántos más «ismos», es muy importante fortalecer los vínculos familiares. Si se debilitan los lazos familiares, los individuos se sienten más solos y desprotegidos, y ello incide también en vínculos sociales más flojos y menos sustento para la solidaridad. La Acción Católica Argentina está desarrollando hace tiempo una excelente campaña cuyo lema dice: «Es mejor en familia». Si entrás en la página web vas a encontrar reflexiones hermosas y algunas propuestas muy buenas. El martes 30 se cumplen 10 años de la tragedia de Cromañón. Cerca de 200 jóvenes murieron, cientos de sobrevivientes aún hoy siguen afectados, y miles de familiares y amigos sufren la ausencia. Te invito a pensar que no es algo que «le pasó a ellos», sino que como sociedad «nos pasó a todos». Recemos de modo especial por familiares y amigos. El 1 de enero de cada año se realiza en todo el mundo la Jornada Mundial de la Paz. Este año Francisco nos propone como lema «No esclavos, sino hermanos». Si podés te recomiendo leer el Mensaje del Papa y meditarlo. Que el 2015 sea un año colmado de bendiciones.