«Ya está cerca a venir Aquel…»

p2-1 21-12-14Por monseñor Jorge Eduardo Lozano

«… que nos va a explicar/ sin violencia ni gritos/ paz para este mundo traerá.» Así comienza la canción «Profecías», de Vox Dei. Ese niño anunciado por los profetas es el Mesías esperado durante siglos, y se hace presente en la historia viniendo a un lugar pequeño y humilde: ¡Belén! No elige el centro del Imperio Romano, ni cómodos palacios.

Nace en las periferias, y su misión la desarrollará andando entre los marginados y excluidos de la sociedad de su tiempo. Los pesebres que en estas semanas se armaron en las Iglesias, algunas casas y lugares públicos, quieren manifestar esa dimensión de pobreza y desamparo en que aconteció el nacimiento. También los pesebres suelen mostrarnos la dimensión cósmica del nacimiento de Jesús: cielos, estrellas, montañas, campo, animales, pastores, magos, niños, jóvenes, adultos… María, José, y en el centro el que siendo grande se hizo pequeño, siendo fuerte se hizo débil… Toda la creación está llamada a la plenitud. La devoción del pesebre fue impulsada por San Francisco de Asís como un modo de expresar la sencillez y la profundidad del misterio que celebramos: «Dios se hace pobre y uno de nosotros».

 

En varias parroquias y capillas se organizan en estos días pesebres vivientes, como un modo de preparar y celebrar la Nochebuena. La Virgen madre está en actitud de contemplación y servicio al Dios-Niño. Nos dice el Papa Francisco que «María es la que sabe transformar una cueva de animales en la casa de Jesús, con unos pobres pañales y una montaña de ternura». (EG 286) Aquel lugar sucio, maloliente, incómodo, se vuelve regazo y cobijo ante el desamparo de la ciudad. Esta escena del pesebre tiene consecuencias también hoy. No es una simple estampa naïf o bucólica. Miremos cuántos también hoy sufren la intemperie social. Pasan sus días en la calle, no tienen trabajo, «viven» de la mendicidad. Cuántas familias habitan casillas precarias con paredes de plástico o cartón o chapas… Algunas ciudades se parecen a la Belén que expulsa y margina, que esconde e ignora. No sigamos repitiendo historias de egoísmo individualista, de globalización de la indiferencia. Hay varias Parroquias que organizan cenas o almuerzos para los pobres, o realizan campañas solidarias.

 

Acercate a dar una mano, a compartir cariño con los que sufren. Por eso insiste Francisco en que «cada vez que miramos a María volvemos a creer en lo revolucionario de la ternura y del cariño. En ella vemos que la humildad y la ternura no son virtudes de los débiles sino de los fuertes, que no necesitan maltratar a otros para sentirse importantes». (EG 288) Estamos celebrando grandes cosas con aspectos muy sencillos. Es fácil pasar de largo y no darse cuenta. La maravilla de la vida está ante nuestros ojos. El creador del Universo viene a nosotros pequeño y frágil como un niño. Está muy cerca y quiere mostrarte su amor. No miremos para otro lado. Esta semana el mundo recibió con alegría el reinicio de las relaciones diplomáticas de Cuba y Estados Unidos. Un noticia trascendente, y que no acabamos de vislumbrar aún las consecuencias para ambos países tan cercanos, y para el conjunto de las naciones. Muchos aspectos quedan por resolverse, pero estos primeros pasos son importantísimos. El Papa Francisco ayudó a disponer las voluntades brindó también el marco para el desarrollo de algunas reuniones en el Vaticano. Demos gracias a Dios por su ministerio en favor de la paz entre los pueblos, y aprendamos de su ejemplo.