Lanzó su CD Momentos. Cuenta que padeció el éxito, y jura que “el término ‘Clan Ortega’ es muy hinchapelotas”. Sincero, habla de sus hijos, su mujer, Ana Paula Dutil, política y sexualidad.
“Estoy con ganas de volver a la ruta”. Como en aquellos viejos tiempos exitosos de los 90 y principios de 2000, Emanuel Ortega busca un regreso al ruedo musical. El hijo de “Palito” Ortega y Evangelina Salazar, ya con 37 años, casado con Ana Paula Dutil, y padre de dos hijos -Bautista (16) e India (9)-, lanzó su disco Momentos, en el que recicla y vuelve a darle vida a las canciones que hicieron delirar ala platea femenina. “La época es distinta. Me pasaron cosas que me movilizaron, como ser papá que es toda una aventura nueva para mí, y entendés la vida de otra forma, y concebís la música de otra manera. El desafío es que vuelvan a cobrar sentido”.
Emanuel cierra el año con el nuevo CD y con River Plate, el club de sus amores, coronado en la Sudamericana. “Me volví muy futbolero en los últimos ocho años. Me gusta mirarlo y jugarlo, aunque no soy bueno, y tengo el síndrome de director técnico frustrado”, dice y cuenta que de los 64 partidos del Mundial sólo se perdió dos y es fan de la Liga Española. “Es que a Bautista le gusta mucho, juega muy bien, es zurdo, delantero, y ama patear al arco. Lástima que me salió de Boca por sus hermanos mayores de mi mujer que provienen de una familia bostera. Fue un descuido. Pero habla bien de que es un hogar democrático”, afirma el cantante.
—¿Juega en algún equipo?
—No. En Miami jugó en un lugar que entrenaba Darío Hussain (ex Vélez), quien vive allá. Darío me dijo que tenía futuro por la pegada y noción del juego. Uno de los dos hijos de mi mujer, de su anterior relación, llegó a jugar en las inferiores de Vélez, y fue muy complicado.
—¿Es más difícil la carrera del artista o del futbolista?
—La del futbolista, por lejos. Hay mucha competencia, y el deporte se convirtió en un puente de salvación para mucha gente. Se entró en una dinámica particular que no me agrada.
El disco trae dos temas nuevos, Ayer te vi y Caminando en tus zapatos, y son la punta del iceberg de lo que será su futuro álbum de estudio. “Ya las tengo –dice–. Hablan de lo que me pasa hoy en lo personal y profesional. Y en lo sonoro hay mucha influencia de lo que escuché últimamente, música negra de los 60 y 70, Rithym & Blues, Bill Whithers y Sam Cooke”.
—Conocías el éxito y luego desapareciste. ¿Por qué?
—No sé. Creo que en más de una oportunidad he atentado contra mí mismo o complotado en contra de mi carrera. De hacer un paso al costado en un momento que no debía, o desaparecer tiempos largos cuando no era el momento. No fue a conciencia.
—¿Padeciste el éxito?
—Sí, lo padecí. Me costó la vida de mi casa para afuera, que la gente te reconozca en la calle.Pega fuerte, desestabiliza, y te olvidás del por qué te metiste en todo esto.
—En “EnAmorArte”, la tira que encabezaste con Cid, tenías 22 años.
—Sí. Fue otro cimbronazo, sentí el rigor de la televisión y me recluí. Quizás era el momento de redoblar la apuesta. Rechacé propuestas, y me metí a hacer un CD independiente con Cachorro López. Me introduje en una búsqueda musical. Un replanteo.
—¿Ana Paula apareció ahí?
—No. Antes. Con Ana Paula apareció, fuera de lo que es mi madre, una figura de lo que es una mujer, formada, plena, y dije “OK, acá planto bandera”. Sentí que podía depositar en alguien la confianza de seguir con mi carrera y formar una familia. Me dio una base sólida.
Palito y Evangelina se mudaron a Miami en 1985. Emanuel tenía 7 años. Le costó la adaptación. “Lloré un año entero”, jura. Se vino en los 90 y volvió a irse en tiempo de crisis. En 2004 regresó y se instaló en Buenos Aires. “Vuelvo seguido a Miami. Me quedó una raíz allá, muchos amigos”.
—¿Tus hijos son críticos con los padres?
—Sí. El otro día volví de un programa y me dijo India: “no me gustó”. Tiene mucho carácter. Me veo reflejado en ella, principalmente porque somos disléxicos. Hace tres meses, me pidió empezar canto. Y actúa desde que se despierta hasta que se acuesta. Mi hijo tiene cosas de los dos, pero es más parecido a la madre.
—¿Tiene un costo ser parte del “Clan Ortega”?
—No, el único costo es que el término es muy hinchapelotas. La gente tiene una idea bastante falsa, de una familia numerosa que son varios en los rubros artísticos y que cuando se juntan un domingo, cantan. Nada más lejos. Hay disfuncionalidad, diferencias, distancias de todo tipo, como en toda familia, y lo que reina siempre es que hay mucho amor y el respeto.
Martín y Luis, sus hermanos más cercanos
Emanuel dice que con los hermanos que mejor se lleva son: “Martín –el menos popular– y Luis –cineasta–”. El creador del hit Timidez dice que ve las ficciones de su hermano Sebastián y que “reconoce personajes de su infancia y amigos de nuestros padres. Incluso a algunos les dejó el mismo nombre”. Responde que no se considera actor aunque estudió medio año en The Lee Strasberg Institute de Nueva York a los 19 años. “Tengo ganas de volver a actuar, de interpretar un personaje de ficción, y en el cine me encantaría”.
—¿Cómo ves a la distancia cuando Nico (Repetto) te preguntó en su programa sobre tu sexualidad?
—Me parece que estuvo bien la pregunta, era algo que se comentaba. En ese momento le dije que me causaba gracia. Debería ser irrelevante la inclinación sexual de una persona.
—Viviste en Estados Unidos, sos padre, e hijo de un ex gobernador. ¿Cómo ves la actualidad del país?
—Veo que la dinámica de blanco y negro no me gusta. Tiene mucho que ver con nuestra manera de ser, noto una cosa bastante polarizada, noto que no se puede hablar con libertad sin que te tilden de oficialista o gorila. Es primitivo, muy elemental. Y no me identifico con nada de lo que está pasando.