Nada es igual desde que Micaela García fuera asesinada por Sebastián Wagner en Gualeguay. En muchos estamentos del Estado se corre el riesgo de sobreactuar la tragedia pero, apenas se bucea un poco bajo la superficie de los conflictos, aparece el verdadero rostro de la inacción. Hace apenas unos días una beba de 16 meses apareció en el Hospital Urquiza con “signos claros de abuso”, según denunciaron dos pediatras del centro asistencial local (ver pág. 7). Lo llamativo es que las dos profesionales debieron hacerse cargo de la situación ante la inacción de los órganos competentes del Estado. Tomaron la decisión de no otorgarle el alta médica entendiendo que en ese mismo lugar podría haberse suscitado el problema.
Según denunciaron indignadas las propias pediatras, “ni la justicia ni el Copnaf se ocuparon del asunto”. Pero no es el único caso. En las últimas horas se conoció la decisión de la Universidad Nacional de Entre Ríos, de autorizar la continuación de sus estudios a un interno que cumple condena por violación de su hijastra, pero desde la Unidad Penal. Con ello tratan de evitar que en algún momento una discusión excite la llaga social producida por la muerte de Micaela García.
Sobre llovido mojado, se supo en las últimas horas que, luego de cuatro largos años, el Tribunal de Disciplina de la comuna local produciría en las próximas horas un dictamen aconsejando al Departamento Ejecutivo que deje cesante a Alberto Benítez, quien cumple condena por la violación de dos hijastras. Por esos hechos fue condenado a ocho años de prisión efectiva, pero el juez Carlos Rossi le permitió salidas socio laborales con apenas tres años de condena cumplida.
Carta de una madre desesperada
En las últimas horas se viralizó en las redes sociales la carta de una madre que agrega datos para el análisis del momento aciago que vive la sociedad de Concepción del Uruguay.
“Ante tanto dolor, indignación, rabia, desconsuelo por una más, escribo esta carta para que se viralice. Con el perdón de mis hijas por hacerlo público digo….hace muchos años pasamos por la misma situación con la diferencia que gracias a Dios mis hijas están vivas. Fue terrible para mí como mamá y no puedo pensar la tortura que fue para mis hijas. El individuo era mi pareja. Aparentaba ser muy bueno como pareja, amigo y hasta parecía buen padrastro. Hasta que me separé por mal trato, infidelidad, al punto de mandarme al psiquiatra porque decía que estaba loca. Todo eso sin saber la tortuosa vida que llevaban mis hijas. Junté mis cosas y me fui de mi casa sin siquiera la más mínima sospecha. Cuando ellas se aseguraron que estábamos seguras, me enteré que violó por 11 años a una y abusó por varios de la otra. Me sentí morir, ahí arrancó mi calvario. Hice la denuncia yo porque mi hija era menor y creí en el abogado. Pasamos por muchas cosas horribles, destrato, abandono por parte de la justicia y demás durante 7 años. Este personaje nefasto y aterrador «trabajaba» en el Teléfono del Niño…si, leyó bien, en el Teléfono del niño. Seguramente ayudado por algún amigo o político corrupto, hizo todo cuanto estuvo a su alcance para no ir preso, pero como Dios es grande me dio la fuerza suficiente para no bajar los brazos y luchar contra viento y marea para que lo detengan, fueron los peores años de mi vida. Tocó lo más sagrado que me dio la vida. Logramos hacer justicia y mandarlo a la cárcel no sin pasar por muchas cosas que no tienen explicación desde la justicia para mis hijas y para mí. Al fin en el año 2013 lo detienen. Le dieron 8 años. A mediados del 2016 me entero que tiene salidas laborales y familiares. Sorprendente porque la justicia no nos comunicó en ningún momento que el violador anda por las calles y toca música en lugares públicos. Quiero pedir a todos mis amigos y familia que viralicen esta carta. Que se informen de la personalidad de estos seres repugnantes. Lean, usen la tecnología para eso. El juez de garantías es el mismo que dejó libre al asesino y violador de Micaela García y otra vez….perdón a mis hijas. Este es el momento para que todos sepan lo que los medios y la justicia calló. Mi vida no fue nunca más lo que era…pero de algo estoy segura, el dolor me cambió el carácter pero no mi esencia de buena persona. Mis condolencias y abrazo a la familia de Micaela. Las leyes para violadores deben cambiar. No pueden estar libres. No cambian. Reinciden. Perdón pero estoy muy triste”.