La tercera chance en 45 años

autorLa tercera chance en 45 añosPor Alejandro Fabbri Como en el 69 y en el 2001, Racing depende de sí mismo para ser campeón. En la primera falló y en la segunda pudo dar la vuelta. ¿Qué pasará esta vez? La tercera chance en 45 años

La palomita del sanjuanino Recúpero sepultó las chances de ganar el torneo Metropolitano de 1969. Era el 2 de julio, pleno invierno porteño en la Bombonera y la enorme campaña realizada en la zona B quedó trunca en aquella semifinal ante el sólido Chacarita Juniors que días después, lo pasaría por arriba a River y ganaría su único título.

Aquel Racing había brillado cosechando 35 puntos sobre 44, perdiendo apenas uno de los dos clásicos contra Independiente y con una formidable potencia ofensiva: hizo 45 goles en 22 partidos, consagrando goleador del torneo al brasileño Machado da Silva, que metió 14 y no pudo marcar justamente en la semifinal que los dejó afuera. Machado, un delantero lujoso, formidable cabeceador, armó un trío letal con el mendocino Lamelza y con el exAtlanta, Roberto Salomone. Hicieron 32 de los 45 goles, diez más que River, once más que Boca y doce más que Chacarita, los otros semifinalistas.

Era la primera que Racing dependía de Racing, desde que había perdido la final del primer Metropolitano ante Estudiantes de La Plata en 1967 y que no pudo ganarle ni a Vélez ni a River, en el triangular de desempate del Nacional de 1968, cuando el cuadro de Liniers se apoderó de su primer título, tras vencerlo 4-2 en el viejo Gasómetro.

Escribimos bien: Racing dependía de Racing, pero no pasó esas finales ni la barrera que puso Chacarita en la semi de 1969. Después, habría un larguísimo camino de sinsabores que se saldaron, a nivel local, con el torneo de 2001, aquel de las dos canchas repletas y el festejadísimo empate con Vélez en Liniers. El equipo de Mostaza Merlo y de la empresa gerenciadora de Marín, que llevaba cierta comodidad en el liderazgo del Apertura 2001, pero se fue quedando sin nafta y terminó un punto por encima de River.

Cuando faltaban seis jornadas, Racing le llevaba siete puntos a River. En la parte final del torneo, River sumó 16 y Racing 10. Ese punto, aquel del 1-1 en Avellaneda, que logró igualar el colombiano Bedoya con un zurdazo impresionante a cuatro minutos del final del partido ante un River en alza, alcanzó y sobró, mínimamente, para mantener la distancia. Fue la clave de un título largamente esperado y amado. Racing dependía de Racing y lo pudo sostener. Fue campeón.

Hoy, la historia lo pone a Racing por tercera vez en el mismo brete. A falta de tres fechas, enfrentará a River como local, sabiendo que si lo derrota, deberá ganar sus dos compromisos restantes –Rosario Central afuera y Godoy Cruz en casa- para ser campeón otra vez. No es una máquina el equipo de Diego Cocca, pero resurgió cuando muchos no creían en él. La caída con una actuación insípida ante Independiente en la quinta fecha y el siguiente cachetazo que le dio Lanús en Avellaneda, lo pusieron lejos.

Desde allí, la ilusión no hizo sino crecer, cada vez más. Desde allí, Racing encadenó siete victorias (ganó cinco de sus últimos seis juegos), dos empates y una única derrota ante Atlético de Rafaela, que lo venció injustamente por 2-0 en Avellaneda. Esa vez, Racing pegó cuatro tiros en los postes y no pudo tener más mala suerte. La solidez que fue ganando la línea defensiva, el acierto de Cocca ubicando a Luciano Aued junto al cordobés Videla en la media cancha, los goles explosivos y fundamentales de Gustavo Bou, el crecimiento de Hauche y la experiencia, eficiencia y contagio que provocaron los dos “viejitos”, Sebastián Saja y Diego Milito, hicieron el resto.

Por tercera vez en 45 años, Racing depende de Racing. Detrás de este equipo hay una multitud de hinchas, agradecidos por semejante regalo de fin de año, pero entusiasmados también porque el equipo cumple y no se entrega, en ningún caso. El juego político para 2015, las elecciones con cuatro listas, hoy no son un impedimento para que todos los sectores busquen el ansiado campeonato unidos como nunca antes. Por lo menos esto lo han entendido todas las fracciones políticas del club.

Racing depende de Racing, también de que River se desgaste en la lucha con Boca por la semifinal sudamericana y que Lanús o Independiente dejen algún punto por el camino. Lo cierto es que nunca ha estado tan cerca. Se lo debe al cambio de dirigencia, al entrenador que supo hacer los ajustes necesarios para darle una fisonomía y un estilo al equipo, al acierto en las incorporaciones y a un trío de delanteros que ha mostrado su valía: Bou-Milito-Hauche. Entre los tres, hicieron 19 de los 25 goles del equipo. Los trajeron para eso y están cumpliendo. La ilusión, hoy por hoy, es más grande que el propio Cilindro de Avellaneda.