Por Edgardo Martolio | A pesar de algunas diferencias en las reglas de juego, el Rugby League, Union y Seven son el mismo deporte. Los cambios en el reglamento a lo largo de la historia.
Edgardo Martolio
En la Grecia mitológica, antes de la real y actual del Olympiakos del Chori Domínguez y del Asteras Trípolis de Jerónimo Barrales, el final de las almas humanas no era la salvación ni el castigo eterno, era el tedio sin fin. El gueto que rodea a Los Pumas padece la misma condena. Es esa morería que reclamó la semana pasada que no escribí ninguna línea de su deporte, mal intuyendo que no lo hice porque quince días antes mostré la violencia del Rugby League y para ellos fui ignorante porque –auto ungidos en dueños de la decisión final–, “eso no es rugby, sólo lo es el Rugby Union”.
El tedio de este círculo cerrado y ovalado en todos los sentidos, es el peor de todos porque congrega a la lánguida conmemoración ficticia, a la hastiante derrota previsible, a la monotonía del último puesto y a la humillación que no disfrazan palabras forzadas como ‘dignidad’ (que si la hay no es distinta ni mejor a la expuesta por los demás deportistas en cualquier otra disciplina). Efectivamente aburren.
Mitológicamente los espíritus descendían a las tinieblas de Hades, el reino de los muertos –nada más apropiado–. Al llegar, estas almas recién desencarnadas bebían agua del Lete, el río de los olvidos que borraba todos los recuerdos acumulados en el mundo de los vivos. Cada vez que los hinchas de ‘Los Pumas’ ignoran la historia perdedora, disimulan la contundencia de la estadística negativa, fingen que está todo bien, aplauden lo reprobable, se desentienden de la realidad y niegan su involución, interpreto que son esas almas ambulantes embriagadas en las aguas de la enajenación, la ausencia y la desmemoria. Y se defienden atacando(me).
Bien, a ellos les digo que las diferencias entre ‘los rugby’ –League o Union y Seven a side–, no los separan ni los convierten en otros deportes: todos son rugby. Inclusive el propio Rugby Union de hoy, tan sagrado para estos hinchas de clausura, los tozudos que contestan todo con palabra poco ilustrada, no es el de siempre, ni el que nació ni el que se jugó un par de décadas atrás. Cambió. Todo cambia, aunque maniqueamente cuando les conviene los tratan como iguales y cuando no les conviene los segregan cual bastardos. Necedad se llama eso en el mejor de los casos y en la más elegante de las definiciones.
En el primer rugby que nos dieron los ingleses no había puntos ni tanteador: el que primero (con pelota en mano) alcanzaba la meta ganaba el partido; así siendo algunos encuentros duraban días… ¿Ridículo? Sí, rugby. Llegó a reglamentarse que después de tres días se aceptase el empate porque era tedioso por demás. Luego se incorporó el try y sólo más tarde el gol. En 1886 el try valía uno, la conversión dos y el drop tres. No había penales. Tres años más tarde el try pasó a valer dos, aunque enseguida volvió a sumar uno y en 1893 justificó su nombre y valió tres; esto fue así hasta 1971 que cotizó a cuatro (¿inflación?) y sólo en 1992 pasó a valer los actuales cinco.
No paran con el bendito try las modificaciones sufridas en el Rugby Union, el intocablemente… manoseado. En 1891, por fin, el penal entró en juego con sus tres puntos. Dos años después el penal sumó cuatro y así permaneció hasta 1948 cuando cayó a tres, tanto cuánto vale actualmente. Sólo la conversión se mantuvo desde que el rugby es rugby de modo inalterable: siempre dos. Lean esta: hasta terminados los Juegos Olímpicos de 1924 el equipo que ganaba el sorteo establecía la duración del partido, inclusive de cada tiempo. Estrafalario.
El rugby inicialmente reglamentaba que, pateada, la pelota “debía pasar por debajo de la barra del travesaño” como aún sucede en el sabio fútbol: los ‘imaginativos’ rugbiers de entonces se paraban todos sobre la línea, debajo de esa barra, y la pelota no pasaba casi nunca. Se regló entonces que el balón pasase por arriba del travesaño; y por y para ello se extendió la altura de ambos postes, evitando este infantilismo táctico que tornaba tediosa esta acción. Un deporte colectivo sin dinámica de juego ni variación en el score está condenado al desgano y el desinterés. Como se ve, ni el rugby original puede llamarse rugby si lo comparamos con el actual.
Pero volvamos a los iracundos del rugby local que, frente al video exhibido con la agresión que le generó seis meses de suspensión a un jugador inglés en la final de la Rugby League británica, no encontraron manera más pueril de defender al artificialmente puro deporte de la falsa elite, que distanciándose de él: “Es diferente del Rugby Union, no es rugby”. Son los mismos que, sin embargo, no encuentran diferencias con el Rugby Seven (mucho más distinto aún). ¿Por qué? Simplemente porque el Seven se practica en Argentina y porque ese rugby de mentirita –equivalente al papi fútbol– es la modalidad con la que el rugby retornará a los Juegos Olímpicos en 2016.
Obvio que cada formato es diferente del otro, sino no tendrían nombres distintos, pero todo es rugby duela a quien le duela. Como el papi o baby fútbol, el fútbol sala o de salón, el futsal, también son diferentes, mucho más el showbol, pero todos son fútbol (interpretados en sus diversas variantes)… Para la mayoría normal de este planeta que desconoce las diferencias entre los ‘muchos rugby’, las voy a listar para mostrar que el Seven es tan desigual del Union como el League y que esas alteraciones no excusan nada, no eximen a nadie por el empleo de violencia, ni permiten que un rugby culpe al otro: conceptualmente son lo mismo y el modo de jugarlo también, sólo cambian algunas reglas.
La principal diferencia del Rugby League es que se practica con 13 jugadores por escuadra (faltan los alas), dos menos que en el Rugby Unión que alinea a 15 por bando; mientras en el Rugby Seven, considerado por los contestatarios de mis textos tan rugby cuanto el Union, enfrenta a menos de la mitad de jugadores: siete de cada lado; ni sumando los reservas, cinco, se llega a quince; tampoco a trece… Otra regla distinta entre RU y RL es la marcación de la cancha, cosa no más rara que la no existencia de empate en el Seven (se define por ‘muerte súbita’ en dos tiempos de cinco minutos). También en el Seven cambia de modo radical el tiempo de juego, apenas 14 minutos divididos en dos tiempos de siete. Eso sí es diferencia, señores.
En el League el sistema de puntuación es otro: el try vale un punto menos, cuatro y el remate del penal suma un punto con respecto al Union donde vale tres; así como en el Seven las conversiones se efectúan con un drop en vez del tradicional place kick. Otra variante del Seven es que se debe cobrar la conversión en los 40 segundos siguientes de realizarse tal marca, en vez de 90 segundos como es en el Rugby Union.
En el RL no existen el line out ni el ruck, del mismo modo que en el Seven las tarjetas amarillas agravan las sanciones del equipo castigado, porque suspenden al jugador punido por 2 minutos y no por 10 como es en el RU: de ese modo se juega con un player menos durante una séptima parte del match en vez de una octava parte, fuera que tener un jugador menos entre siete abre muchos más los espacios que entre quince o trece… El scrum del League (seis players) se forma de modo similar al del Unión (ocho, sin los alas). La diferencia, entonces, es infinitamente menor que en el Seven donde el scrum se forma con tres jugadores; eso cambia otra regla: el equipo que marca es el que saca cuando se reanuda el juego, a diferencia de ser el que no marcó como sucede en el Rugby Unión.
Mientras el Seven, como última gran diferencia, resalta que las penalizaciones provenientes de un saque (ejemplo: no alcanzar los 10m o sacar directamente al lateral), se castigan con un golpe franco para el equipo no infractor, en vez de la usual opción del rugby quince.
En el Rugby League, finalmente, existe la llamada regla 40/20 que dice que “si un jugador patea dentro de sus 40 yardas y la ovalada sale al touch en las últimas 20 yardas del terreno contrario, tendrá un scrum a su favor dentro de las 20 yardas rivales”. Lo demás, en los tres rugby, es igual.
Como describo, los tres rugby tienen sus variantes que le dan diferente personalidad, pero todo es rugby, como su nombre bien lo indica. Sí, surge, que el Seven no es más rugby que el League cuando comparado al Union. Decir lo opuesto es una chantada. Que uno sea más brusco, más viril en realidad, como lo es el League (por eso se practica en pocos lugares, aunque en países como Inglaterra y Australia hay torneos femeninos), y otro, el Seven sea un rugby más distractivo, menos serio, no significa que no sean tan rugby cuanto el Union. Todos son legítimos. O bastardos, según se mire. Pero no hay ‘uno que sí’ ni ‘uno que no’.
Yo sé que no estamos en aquella Grecia de los mitos; en todo caso estamos en la Argentina mitómana. Y rara. Donde un futbolista como Maradona hace goles con la mano y el mejor basquetbolista, Ginóbili, emboca el aro con el pie. Sé que aquí todo es complejo, pero esta gente del rugby nativo que sigue a ‘Los Pumas’ (aunque no al exterior, “es caro, che”) supera todos los límites de la contradicción para atacar y cruza la frontera del absurdo para defenderse. Definitivamente se cree ‘especial’. Y lo es. Pero no en el sentido que ellos y sólo ellos le confieren a ese ‘especial’. Usted me entiende.
IN TEMPORE I: Los juveniles de Nueva Zelanda y Australia la semana pasada dieron otra muestra de incivilidad rugbística: el mítico haka, cantado por los primeros resultó irritante para los segundos y casi termina mal . Ah, claro, era Rugby League, dirán aquí, de este lado del mundo. O sea, es otra cosa… ¿Golf? ¿Tenis? ¡Por favor! El haka, ese que hoy irrita a muchos, nació hace 126 años, en 1888, en la gira más larga de la historia de los deportes, cuando los All Blacks, que aún no se llamaban así, estuvieron 18 meses en el Reino Unido jugando y aprendiendo. Aprendieron. Son mejores alumnos que nosotros…
IN TEMPORE II: Sí, como dice el ‘mundo Puma’ ante cada y sistemática derrota del quince nacional, “en el rugby no importa ganar, sino la formación del individuo, la convivencia del grupo, el estilo de vida, etc. etc. etc.”, ¿por qué festejan tanto cuando ganan? Como, por ejemplo, festejó el sábado Hindú al ganar su octava copa porteña? Alguien miente y no soy yo, mis queridos Pinochos…
IN TEMPORE III: Cosas lindas del fútbol profesional que no pasan en el rugby rentado. El sábado, el presidente del Real Madrid almorzó con el presidente del Barcelona, antes del clásico, en el mismo hotel Ritz de la capital española donde se hospedó el equipo catalán. Y todos se fueron juntos, al estadio Santiago Bernabeu, en el mismo ómnibus. La delegación del Barsa y el presidente del Real. Haka haka.