Por Alejandro Fabbri | Newell’s, Vélez y Lanús han logrado proyectos coherentes y logros deportivos en los últimos años, pero los ciclos se terminan y se necesitan cambios.
Alejandro Fabbri
Los ciclos se inician, crecen, llegan a su esplendor y en algún momento comienzan a decaer. Sucede en todos los ámbitos, ocurre en la vida y tras el esfuerzo cada vez más dificultoso de mantener el rendimiento y la vigencia, sobreviene la decadencia. Se hace notorio en el deporte de alta competencia, puntualmente en el fútbol. Nadie se salva.
Si tomamos en cuenta las últimas tres o cuatro temporadas, no hay ninguna duda de que Lanús, Vélez y Newell’s han logrado proyectos coherentes con lo que piensan sus dirigentes, que han conseguido éxitos deportivos y basado los buenos resultados en cuerpos técnicos que han sido capaces de conducir grupos de futbolistas de élite y de gran identificación con cada club.
Hoy daría la sensación que los triunfos cercanos están cambiando por rendimientos más discretos, por cierta falta de renovación y porque –por sobre todo- un grupo importante de jugadores de cada plantel ha entregado lo mejor de sí, debiendo iniciarse el camino de la renovación generacional.
Tomando los últimos siete torneos cortos, Lanús suma 205 puntos, Vélez 203 y Newell’s cosecha 195, todos tuvieron buenas participaciones internacionales y se quedaron con algún título en el torneo argentino. Lanús sufrió demasiadas decepciones en el segundo semestre de 2014, porque no pudo conquistar ninguno de los torneos que jugó con equipos de otros países. Cayó ante Atlético Mineiro en la Recopa Sudamericana, perdió la Suruga Cup ante Kashiwa Reysol, el campeón japonés y ahora Cerro Porteño de Asunción lo bajó de la competencia que había ganado el año pasado. Y la Copa Argentina, claro está.
Lanús se desprendió al mismo tiempo de su pareja de zagueros titulares (Goltz e Izquierdoz) y no logró el reemplazo ideal. El paraguayo Gustavo Gómez aun no tiene la experiencia necesaria para ponerse al hombro la defensa y el santafesino Braghieri alterna buenas labores con errores impropios de su posición en la cancha. Por los costados, los marcadores laterales han sido el eslabón más débil del andamiaje defensivo. Ni Carlos Araujo (33) ni Maxi Velázquez (34) fueron los de campeonatos anteriores. Son la variable de cambio que utilizan los Barros Schelotto cuando necesitan hacer cambios más ofensivos y tampoco tienen un relevo acorde: Ayala no se siente cómodo en el lugar de Araujo y Pasquini, sustituto de Velázquez, mucho menos.
Adelante, Santiago Silva (33) ha rendido muy por debajo de sus últimas prestaciones y no convierte las chances que tiene. Cuatro goles en 28 partidos en el año de la temporada local, más el descuento en Paraguay que no alcanzó para seguir jugando la Copa Sudamericana, suenan a muy poco. Silva sufre posicionalmente por la llegada de Silvio Romero, el delantero más punzante del cuadro granate y ya no encuentra con tanta facilidad la chance para convertir.
Tanto Silva, como Araujo y Velázquez, conforman el grupo más experimentado de hombres de Lanús. Están cerca del límite de su máxima vigencia como jugadores, por una cuestión biológica, sin sustitutos a la vista y esto lo sufre Lanús, porque si tuvieron momentos de descanso sería mucho más sencillo para ellos. Lo mismo sucede en Newell’s, donde tras el retiro de Gabriel Heinze, la posta la tomó Lucas Bernardi (37), quien ya ha anunciado su alejamiento de las canchas. Bernardi forma junto con Diego Mateo (36), Víctor López (36 cumplirá en diciembre), más Maxi Rodríguez (34 cumplirá en enero) el grupo más veterano, necesitando Newell’s una renovación que debería cambiar piezas en defensa y en el mediocampo, sobre todo.
Maxi sigue vigente –jugó el mundial de Brasil- pero tampoco puede ser la única esperanza de gol, habida cuenta que Ignacio Scocco no atraviesa su mejor momento. En algunos chicos del club está la esperanza: Ponce (lesionado), Tévez, Leandro Figueroa e Isnaldo pueden ser futuro y habrá que buscar para encontrar mediocampistas que tengan condiciones de sustitutos ideales.
En Vélez transitan la parte final de sus enormes trayectorias Fabián Cubero (36 el mes que viene), Seba Domínguez (34) y Emiliano Papa (32) con lo que la parte defensiva debería soportar varias modificaciones para el futuro. Adelante y convaleciente de una lesión, está Roberto Nanni (33) en la misma situación. Vélez ha sido semillero de muchos cracks, al punto que hoy su línea de volantes es propia de las divisiones inferiores: Lucas Romero, Cabral, Desábato, Correa, Brian Ferreira, Rolón, Yamil Asad, todos son producto de un trabajo integral.
Falta afinar la puntería en el rubro defensivo, donde han mostrado condiciones Facundo Cardozo y los chicos Pérez Acuña y Grillo, aunque aun les falta un golpe de horno. Adelante, hay que buscar y esperar que aparezcan los futuros cracks.
Nadie pretende retirar a quienes han hecho carreras impresionantes y han logrado un nivel futbolístico altamente respetable. Simplemente, se menciona la cercanía en el final de ciclos exitosos y la necesaria búsqueda de sustitutos de categoría para mantener situaciones deportivas que ubicaron a rosarinos, velezanos y granates en la más alta consideración popular.