San Hilarión, abad. Terminada la era de los mártires, a quienes la Iglesia concedió los honores del culto público, comenzó a colocar en los altares a los Siervos de Dios que, sin haber derramado su sangre por Jesucristo, brillaron por sus virtudes. San Hilarión en Oriente y San Martín de Tours en Occidente, son los primeros santos no mártires. Natural de Palestina, Hilarión estudió en Alejandría. Pronto lo dejó todo para hacerse monje bajo la dirección de San Antonio abad. Vuelto a su patria estableció en ella el monacato, imitando a los solitarios monjes egipcios y llegó a tener muchos discípulos.
Tras haber edificado numerosos monasterios se retiró a la isla de Chipre donde murió a los 80 años de edad, hacia el año 372. Las Mártires Ursulinas. Eran cinco religiosas condenadas a muerte en la guillotina por haber abierto un colegio donde enseñaban doctrina católica a los niños de Valenciennes, Francia. El ajusticiamiento fue efectuado por orden del juez en la plaza del mercado, el 17 de octubre de 1794. Las cinco mártires ursulinas, las últimas víctimas guillotinadas de la Revolución Francesa, fueron canonizadas por Benedicto XV en 1920.