Por Augusto Do Santos | El gran rendimiento de ambos no se debe a una revelación del destino ni a una mera racha de suerte. En la nota, la resolución del misterio.
Augusto Do Santos
El debate del momento en el ambiente futbolero tiene como tema principal a dos protagonistas inesperados: Gustavo Bou y Federico Mancuello, tan populares y aclamados ahora como Teófilo Gutiérrez, Juan Román Riquelme, Leandro Romagnoli, Lucas Pratto, Silvio Romero y Maximiliano Rodríguez.
El volante de Independiente, por su parte, tiene ocho goles en los once partidos que se llevan jugados del campeonato y es uno de los tres goleadores del mismo; el delantero de Racing, por su lado, lo sigue de cerca con siete anotaciones y muestra un promedio de gol de 0,88.
La pregunta del millón, que enfrenta dos posturas, es la siguiente: ¿estamos ante una revelación del destino, de dos héroes del fútbol que escondieron toda la potencia de su talento hasta estos días, y ahora nada podrá detener sus destinos de gloria, de Bayern Munich y Real Madrid? O, por el contrario, ¿estamos ante una simple y mera racha de suerte, que se terminará de un momento a otro y tanto Bou como Mancuello volverán a ser dos troncos con buenas intenciones, con un lugar esperándoles en los queridos bancos de suplentes de Claypole y Central Ballester?
Sin embargo, ambas posiciones están equivocadas. Porque, a través de una “investigación exhaustiva y definitiva”, este periodista encontró la verdad del misterio que le quita el sueño a los millones de argentinos que hablan más de fútbol que de sexo, política, cultura o fe. Y la verdad, como ya sabemos, es dura.
El 11 de Independiente y el 23 de Racing han aceptado el pacto prohibido de todos los tiempos: hicieron un pacto con el Diablo. Uno y otro entregaron la eternidad de sus almas a Lucifer y, a cambio, recibieron todo el talento que el destino cruel les había negado. ¿O acaso no resulta llamativo que Mancuello juegue en Independiente, club apodado el Diablo? ¿O vamos a creer que es una cuestión inocente que Bou juegue con la camiseta número 23?
El agradecimiento para Guillermo de Ockham y su principio de parsimonia, que reza que la explicación más sencilla suele ser la correcta. El recuerdo de su máxima le permitió a este redactor salirse de las posturas de la revelación del destino o la racha de suerte, y seguir la huella de la razón verdadera del asunto.
Ojalá que estos jugadores le saquen todo el jugo posible a la venta de sus almas, y que disfruten sus años de goles, gambetas, tapas de revistas y condecoraciones y títulos de todo calibre. Ojalá, sobre todo, que los millones de jóvenes que sueñan con alcanzar la cima en el fútbol no sigan sus ejemplos; más vale una vida de ilusiones que una eternidad de pesadillas. El Indio Solari no sabe lo que dice, cuando canta que el infierno es un lugar encantador.
(*) especial para 442