Por Juan M. Herbella | La región de los Balcanes se caracterizó siempre por ser un lugar donde el fútbol y la política se mezclaron de manera frecuente. Otros casos y el análisis.
Juan Manuel Herbella
“El fútbol se supone que debe unir a la gente y nuestro juego no se debe mezclar con la política de ningún tipo. Las escenas en Belgrado fueron inexcusables” Michel Platini, presidente de UEFA.
“El fútbol no debe utilizarse nunca para los mensajes políticos. Condeno enérgicamente lo que sucedió en Belgrado”. Sepp Blatter, presidente de FIFA.
Serbia y Albania se enfrentaron el martes en un partido de fútbol de grupo clasificatorio para la Eurocopa 2016. Era la primera vez, en 47 años, que una selección albanesa visitaba Belgrado. La última había sido previa a la guerra de los Balcanes, cuando Serbia todavía formaba parte de la extinta Yugoslavia. Habían transcurrido cuarenta minutos y el conjunto local dominaba el terreno, acercándose con peligro al arco albano defendido por Etrit Berisha. Cuando de repente apareció, sobrevolando el cielo del estadio Partizán, un dron portando una bandera negra con la consigna “Gran Albania”.
Tanto albanos como serbios se consideran con derechos sobre Kosovo, un territorio cargado de simbolismos que hacen a su historia conjunta. Actualmente en proceso para ser reconocido como territorio independiente: es apoyado por Albania y no reconocido por Serbia. Ese gran país que históricamente los albaneses soñaron ser (comprendiendo territorios de Kosovo, Serbia, Montenegro, Macedonia y norte de Grecia) se disolvió a la mitad con el “Tratado de Londres (1913)”, después del colapso del Imperio Otomano y concluida la Primera Guerra Mundial. Por su parte, el país que los serbios supieron gobernar en el siglo XX, bajo la conducción del Mariscal Tito, se desmembró con la caída del Muro. Dentro del calendario nacionalista serbio, el 28/6 se conmemora como fecha patria la derrota ante los otomanos en la batalla de Kosovo en 1389, recordada como el principio del fin de la Gran Serbia que cayó bajo dominio turco.
En su vínculo con el deporte, en estos 110 años de historia de la FIFA, la región de los Balcanes se caracterizó por ser un lugar donde el fútbol y la política internacional se mezclaron de manera frecuente. Entre las curiosidades está el récord del futbolista Dejan Stankovic que jugó tres Copas del Mundo con tres selecciones diferentes: Francia 1998 para la República Federal de Yugoslavia, en Alemania 2006 para Serbia y Montenegro y en Sudáfrica 2010 para Serbia. Entre los incidentes, uno de los más recordados fue la “primera batalla” de la Guerra de los Balcanes, que se llevó a cabo el 13 de mayo de 1990 en el estadio Maksimir de Zagreb (Croacia).
En aquel partido de la extinta Liga yugoslava, se enfrentaban el local (Dínamo de Zagreb) contra el Estrella Roja de Belgrado (serbio). En el medio del juego se desató una batalla campal entre hinchas que dejó centenares de heridos. La patada voladora del jugador croata Zvonimir Boban al policía que se ensañaba en la represión contra un hincha local quedó como un mojón histórico-deportivo de la rebeldía del pueblo croata contra el poder central serbio.
Por el lado de los serbios, entre los violentos que se dieron cita en las gradas, estaba Zeljko Raznatovic, alías “Arkan”, quien durante el desmembramiento yugoslavo se convirtió en el líder de un ejército paramilitar llamado “Los Tigres de Arkan”. Posteriormente acusado por crímenes de lesa humanidad (exterminio y limpieza étnica) en Eslovenia, Bosnia y Croacia, Arkan fue asesinado en el año 2000, cuando ya había finalizado la Guerra de Kosovo y cuidaba de sus negocios (tráfico de armas y petróleo). En sus ratos de ocio presidía al modesto club Obilic de Belgrado, que cuando llegó estaba hundido en la segunda división y en poco tiempo lo aupó para convertirlo en campeón serbio, y rival del Bayern Munich en la Champions.
“El odio entre albanos y serbios es el peor de todos los balcánicos. Entre los croatas quedan heridas con los serbios por lo vivido en la guerra pero no tiene comparación a lo mal que se llevan entre ellos. Para colmo tiene el conflicto de Kosovo que no está resuelto”, me cuenta Martin Saric, futbolista argentino-croata que vivió durante muchos años en los Balcanes, jugando en distintos equipos europeos.
Pese a que la UEFA, aunque no le declare oficialmente, imparte una política de “duelos prohibidos” entre ciertos equipos con disputas políticas y/o territoriales que no abarca a las repúblicas balcánicas. Entre los ejemplos están España y Gibraltar que tienen un litigio desde 1713 cuando, con el Tratado de Utrech, España le cedió la soberanía de Menorca y de Gibraltar a Gran Bretaña. El “peñón” fue aceptado por primera vez como participante en este clasificatorio para la Euro2016 y casualmente durante el sorteo cayó en el mismo grupo que España pero mágicamente lo traspasaron al siguiente.
Otros de las excepciones de la EUFA se da con Georgia, en litigio con Rusia por las regiones de Osetia del Sur y Abjasia, que formaban parte de su territorio al desmembrarse la URSS. Estas, incitadas por las fuerzas rusas, buscaron independizarse: un conflicto similar al recientemente surgido entre Rusia y Ucrania por Crimea. Otra disputa histórica entre “ex URSS” es Armenia vs Azerbayán, quienes en la etapa clasificatoria a la Eurocopa 2008 cayeron en el mismo grupo y se negaron a enfrentarse: sin acuerdo para designar un escenario neutral, los partidos fueron anulados por la UEFA y por el momento no se cruzarán nuevamente.
Al percatarse, el árbitro inglés Martin Atkinson detuvo el partido. Cuando tuvo el drone a su alcance, el defensor serbio Stefan Mitrovic bajó la bandera de un tirón. La reacción de algunos albaneses (varios de origen kosovar) generó un tumulto entre los jugadores. La violencia se esparció y un grupo de hinchas invadió el campo de juego. La situación no terminó en una catástrofe por el accionar de algunos futbolistas serbios que contuvieron a los invasores.
Probablemente, Serbia tenga que jugar a puertas cerradas lo que le quede de la Eliminatoria y Albania se enfrente a fuertes sanciones de la UEFA por incitación a la violencia (el dron era piloteado por Orsi Rama, hermano de Edi Rama -Primer Ministro de Albania- desde el palco de protocolo del estadio) y por la negativa de retornar al terreno de juego.
El deporte y la política van de la mano. La competencia y la rivalidad siempre existirán. Las organizaciones deben tomar medidas duras contra quienes teniendo un rol de conducción incitan o generan violencia. Desde ahí se entienden las palabras del binomio Platini-Blatter sobre los incidentes pero hay que reconocer que el filósofo Paul Auster tenía razón cuando dijo: “El fútbol ha sido el milagro que le permitió a Europa odiarse sin destruirse”.