En medio del rodaje del film Zonda: folclore argentino, el prestigioso director español habla de sus vínculos con Mercedes Sosa y Atahualpa Yupanqui. Se reconoce anarquista, dice que no le gusta el cine de Almodóvar y elogia Relatos salvajes.
Una pequeña cámara reposa en el centro de su pecho. Como si fuera un turista paseando por Buenos Aires tomando fotos del Obelisco. Como si fuera una extensión más de su cuerpo o una especie de segundo corazón externo de Carlos Saura, aunque a sus 82 años no lo necesite. El director, escritor y fotógrafo español, nominado en tres ocasiones a los premios Oscar, inició el rodaje de Zonda: folclore argentino, con el que estará cuatro semanas trabajando en la Argentina.
—El documental se mete en la música popular de nuestro país. ¿Cuál fue el vínculo entre Mercedes Sosa, Atahualpa Yupanqui y usted?
—Yo conozco las canciones de Mercedes y de Atahualpa desde muy joven. Son maravillosos, dos pérdidas imposibles de suplantar. La voz de Mercedes Sosa es extraordinaria, muy limpia, con calidez, sabiduría, auténtica y pura. Atahualpa tenía una poesía muy sentida, muy de izquierda, comunista, y en España lo conocían más aún en la etapa franquista.
Saura dice que en la actualidad del cine español vive “una etapa complicada que dista mucho de los años dorados” por la crisis económica y cuenta que fue a ver Relatos salvajes, a la que denomina “una apuesta muy inteligente del director (Damián Szifrón). Va a funcionar muy bien en España (estrena el 17 de octubre) y en el mundo porque puede entenderse con facilidad y cruzar fronteras. Además, la han producido Agustín y Pedro Almodóvar, hombres que saben de cine”.
—¿Qué relación tiene con su colega Pedro Almodóvar?
—Nos conocemos y lo respeto. No tenemos una relación amigable sino muy superficial. Además, el cine de Pedro no me interesa demasiado, y está muy alejado de lo que me gusta.
—“Relatos salvajes” trata de la ira en la gente. ¿Cuánto de culpa tiene el sistema capitalista en el salvajismo humano?
—Mucha. Se han perdido los buenos sentimientos. Es una sociedad agresiva, la gente se mira de reojo, aunque se salude con cariño, se digan que son hermosos, pero la verdad es que cada uno defiende lo suyo.
—¿Qué le parece Ricardo Darín? ¿Cree que podría tener una carrera como la de Javier Bardem en Hollywood?
—Darín es un estupendo actor. No sé si puede hacer lo mismo… Sí considero que Oscar Martínez, con quien he trabajado, lo quiero muchísimo, y es un extraordinario actor. El protagoniza el episodio que más me gustó. Por otro lado, Javier Bardem no ha traspasado tantas fronteras. Y para él ha sido más duro.
—Usted escribió libros y realizó filmes de diversos autores literarios. ¿Por qué nunca quiso filmar las historias de Gabriel García Márquez?
—Siempre me llamó la atención su literatura. Incluso, he querido hacer una de sus novelas en cine, nos pusimos en contacto con su gente, y García Márquez dijo que no quería que se haga nada de sus textos. Luego hizo El amor en los tiempos del cólera en Cuba… Yo era amigo de su hermano, y con él hemos estado hablando en un ascensor en Colombia, rodeado de guardaespaldas. Era una cosa tremenda verlo.
Llama la atención la vitalidad de Saura. Jovial, movedizo, y de buen humor. Anna –una de sus siete hijos– revela la receta de la fuente de energía de Saura. “No para un segundo. Se levanta 6, 7 de la mañana. Pinta, saca fotos, sale a pasear, vuelve, escribe, vuelve a retocar las fotos y vuelve a salir de turista. Y así. Creo que no parar un segundo y hacer lo que más le apasiona es la clave”.
Por la lente de Saura pasaron grandísimos artistas internacionales, entre ellos, el bailaor español Antonio Gades. “Eramos amigos mucho antes de trabajar juntos en Bodas de sangre (1981). Ha sido el revolucionario del flamenco. Talentoso, de figura espléndida. El prestigió el baile, elaborado y trabajado. Y cambió todo”.
—Usted ha ganado premios en Berlín, Bafta, Goya, y fue candidato al Oscar en tres oportunidades. ¿Nunca deseó ganar el Oscar?
—Mis filmes a los que nunca les dieron un premio para mí eran perfectos. Ay, Carmela era ideal para el Oscar, y no ganó; Cría cuervos tampoco. Fui dos veces a la ceremonia, y en la tercera, con Tango (1999), ya no quise ir. Ya no creía en los Oscar, porque las dos primeras veces me desilusioné muchísimo.
—Marlon Brando no iba.
—¡El podía! Me pareció un espectáculo montado para la televisión. En Hollywood no interesa nada la película extranjera. Es una tontería. Buñuel siempre me decía: “Que no te den la Palma de Oro (Cannes) porque está todo arreglado, que te den el Premio Especial del Jurado. Y me lo han dado.
En sus épocas doradas de juventud y adultez, Saura era considerado un tipo seductor.Una de las mujeres que cayó rendida a su talento y atracción fue Geraldine Chaplin, con quien se casó y tuvieron a Shane (40). “Nunca he ido conquistando mujeres. No era apuesto. El que era guapo era mi hermano mayor”, dice.
—¿Es autocrítico de su carrera profesional y personal?
—No. No me interesa nada lo hecho, no me interesa ver mis películas. ¿Para qué? ¿Para fustigarte? En la vida hay que portarse decentemente y tratar de hacer lo que más te gusta.
—¿Ha sido decente?
—¡Sí, hombre! Considero que me he comportado decentemente y de momento no creo haber matado a nadie.
—¿Es un abuelo presente?
—No me gusta. Me niego. Abuelo me parece una palabra odiosa, que representa a la vejez total, de una mierda de tío que va con sus nietitos a pasear. Yo no me veo así, ¿verdad Anna?