Las intérpretes de Las insoladas hablan de la elección de ser madres y de sus vínculos con la televisión. Coinciden en que los artistas y los políticos se parecen a las estrellas de rock.
Para los que sintieron que no les alcanzaba verla en malla durante los 100 minutos que dura Las insoladas, Luisana Lopilato entrega una yapa en las redes sociales y posa en ropa interior al lado de un taxi neoyorquino, como parte de una campaña publicitaria. Sin mayores planes hasta el año que viene, la mujer de Michael Bublé tomó la película como actividad central de 2014, algo que no puede decir Carla Peterson. Además de coprotagonizar el film de Gustavo Taretto y Guapas, la actriz tendría casi confirmada su participación en teatro con la versión local de la sensual Venus in fur, junto a Juan Minujín (rival directo en la lucha por el prime time) y dirigida por Javier Daulte. Lo de casi confirmada es porque aguarda el okay final de su esposo, el diputado Martín Lousteau.
—¿Creen que se parece en algo estar casadas con un músico y un político?
LOPILATO: No sé. Quizás en las horas de trabajo. ¿Trabajan un montón, no? ¿Vos acompañás a Martín a la Cámara de Diputados? (bromea).
PETERSON: No, a la Cámara no voy. Pero deben ser parecidos los momentos de campaña electoral a cuando hay recitales. Ya pasé por una y creo que se parecen bastante los políticos y los artistas. Son medio estrellas de rock.
—¿Por qué creen que buscaron ser madres en este momento de sus vidas?
L: Siempre quise ser madre y casarme. Sabía que iba a pasar y por suerte encontré a la persona indicada. Si me preguntás cuándo es el mejor momento para ser mamá, te digo que nunca. Nunca lo planeás, igual Noah vino en el mejor momento.
P: Porque encontré al hombre con el que formar una familia. Yo quería eso: encontrar al hombre del que estuviera enamorada. Siempre quise ser madre y, si bien sola se puede, sabía que iba a esperar a formar una familia. Si hubiera conocido a Martín antes… No, sucedió ahora porque tenía que ser ahora. El tiempo es el que decide todo. Es el gran Dios.
—¿Qué diferencias encontrás con nuestro país cuando estás en Los Angeles o Canadá?
L: Ninguna. Trato de mantener mi rutina. Allá tengo a mi familia, mis lugares… No siento diferencia. En cada lugar tengo mi mundito.
—¿Y a nivel social? A tu marido le recomendaron no venir por los problemas económicos del país.
L: Es lo que le decían a él. Yo siempre tiro para Argentina, aunque nunca tomo ninguna decisión en su trabajo. No es una buena época y no sé cómo fue la venta de tickets, pero este país es su casa. Nosotros tenemos un hijo (Noah) que es mitad canadiense mitad argentino. Mundialmente hay un problema económico, en cada lugar al que va de gira. Quizás acá vendió sólo un show. Pero bueno, se dio así.
—¿Le recomendarías venir?
P: Obvio, yo lo fui a ver al Luna Park. Me encanta. Tengo discos suyos y me parece un gran artista. Como la mujer de un economista, prefiero no opinar.
—¿Te gustaría vivir en el exterior?
P: Me encanta viajar. Me gusta vivir la experiencia de no sentirme turista, pero no sé si me imagino viviendo más de un año lejos de mis amigos o la familia. Mi trabajo y el de Martín nos dan esa posibilidad, y no tenés que estar hablando de política ni de la economía de esos lugares, porque no te importa.
—La película está atravesada por la insatisfacción. ¿Son de sentirse así?
L: El mensaje es como lo decís. Son chicas tristes y dulces. Es una postal de lo que pasaba entonces. No la pasé directamente, porque tenía 8 años, pero lo viví de la mano de mi familia. Es muy argentina la película.
P: A mí no se me cruza eso. El temor más grande que tengo es no ser una actriz creativa. No me paraliza lo económico a la hora de llevar adelante un proyecto, porque no creo que eso sea lo que impide. Obvio que cambian las formas si tenés más o menos plata, pero al desarrollar algo artístico eso no es lo fundamental. Claro que filmar una película es más complicado.
—¿Creen que “Las insoladas” es un retrato de la época?
L: En mi casa era así. Mi hermana hacía promociones todo el año para irse de vacaciones a Córdoba o soñaba con irse a Miami. La gente vivía con sueños de viajar a Estados Unidos o juntar plata para ver un recital.
P: Hoy es fácil hacer una revisión, pero en ese momento… qué sé yo. A mí me dijeron un peso es un dólar y yo ni sabía lo que era, ni por qué había que festejarlo tanto. En esa época tenía 18 años y hacía promociones con las que me pagaba un cinco estrellas en Beverly Hills. Una locura. Hoy es distinto. Todo ha cambiado. Yo en el afiche estoy arriba de un cartel de cigarrillos y ahora no se puede fumar en ningún lado, cuando en ese momento estabas “in” dependiendo de la marca que fumaras.
—Entre “Las insoladas” y “Guapas”, te estás metiendo mucho con el universo femenino. ¿Querés más o menos que antes a las mujeres?
P: Igual. Descubrí grupos de mujeres con las que la paso muy bien y admiro. Tal vez me sorprendió más en la televisión, porque ahí, al ser mayor el tiempo de convivencia, es factible tener problemas. Pero por suerte somos todas buenas compañeras.
“‘Viudas…’ me divierte”
Hasta que comenzó Viudas e hijos del rock and roll, Guapas era la ficción líder del prime time, y su rating se mantiene en 13 puntos. Carla Peterson atribuye la estabilidad en los números a que mantuvieron el público femenino.
—¿Te importa haber dejado de ser líderes?
—Quiero que al programa le vaya bien. Pregunto, me fijo en Twitter y veo que está midiendo. Lo que me da pena es que los dos mejores tiras que hay en la tele estén a la misma hora. Podrían haber puesto uno antes y otro después.
—Después está Tinelli…
—Pero se puede hacer. Hubiese estado bueno que no se encimara. Viudas… es un programa que me divierte y tengo amigos ahí.
—¿Creés que el haberse extendido afecta al programa?
—En tevé siempre pasa. Mientras todo siga funcionando, está muy bien. No es que la historia da vuelcos. Yo seguiría haciendo Guapas por muchas temporadas.