Por Nicolás Rotnitzky. Durante Septiembre, la mitad de los partidos de las tres categorías principales se jugaron entre lunes y viernes y tres de cada diez, en horarios labolares.
Atlanta y Fénix iban a disputar su partido por la fecha 12 de la B Metropolitana el viernes 26 de septiembre a las 15.30. Avanzada la semana, la AFA modificó el día pero mantuvo el horario: sábado a las 15.30. Hasta que el viernes a las seis de la tarde, a Rodolfo Abbeduto, presidente de Fénix, le sonó el celular. Era un empleado de la AFA.
—El partido va mañana a las 11. No tenemos operativo policial para hacerlo después. Después, a pocas cuadras, jugarían Argentinos y Ferro.
Abbeduto empezó una cadena telefónica: su equipo no se concentra porque no les alcanza el presupuesto. Habían citado al plantel para almorzar en la sede social –cerca del estadio de Atlanta– a las 11 de la mañana: tuvieron que encontrarse a las nueve. Gabriel Pedrazzi, técnico del equipo, se levantó a las seis. Vive en La Plata. Fénix perdió 1-0; algunos hinchas locales no se habían enterado de la nueva hora del encuentro.
La tercera división del fútbol argentino es la que más sufre las reprogramaciones. Pero aún más los partidos en horarios laborales: el 43% de los que se disputaron en septiembre se llevaron a cabo entre lunes y viernes y antes de las 20. Entre las tres categorías más importantes de la AFA, los partidos que se juegan en esa franja llega al 27,5%. En promedio, casi tres de cada diez. Sin tomar en cuenta el horario, se desprende también que la mitad se jugó entre lunes y viernes. “Es un fútbol hiperprofesionalizado por un lado, y amateur por el otro”, dice Matías Lammens, presidente de San Lorenzo. La máxima categoría también sufre el karma de los horarios laborales: el 17% de los cotejos del mes se jugaron de lunes a viernes, antes de las 20. En la mitad de ellos jugó Arsenal.
“Jugar en esos horarios nos afecta muchísimo, especialmente en materia de recaudación”, afirma Lammens, quien pone el foco en los socios. “Al tipo que paga la cuota para ir a la cancha porque sabe que podrá asistir a dos partidos por mes, si le empiezan a tocar encuentros entre semana, empieza a replantearse si tiene sentido seguir pagando. Y ése es el principal ingreso de nuestro club”, reflexiona.
Miguel Calello se alinea con él. “Los hinchas sacan abonos con un fixture y después se encuentran con otro”, manifiesta el presidente de Vélez.
Jugar a pérdida. Solamente poner la cancha en condiciones implica un gasto importante para las instituciones. Al Ciclón, abrir el estadio le sale 500 mil pesos por fecha. Esa cifra, los días de semana, no se recupera: “Calculamos 30% o 40% menos de asistencia con respecto a los sábados o domingos”, dice Lammens.
El principal gasto se va en el operativo. Entre personal policial y seguridad privada se destinan, como mínimo, 300 mil pesos. Esa cifra se solía recuperar con los tickets visitantes. Ahora no. De todos modos, la cantidad de personal policial no disminuyó: los organismos de seguridad facturan el mismo número que cuando asistían las dos parcialidades. “Es que finalmente tu gente ocupa esos sectores vacíos. Y ellos consideran que hay que custodiar esos lugares del estadio”, explica Calello. Para él, “parte de los déficits de los clubes tiene que ver con no poder recuperar esos costos”.
Los mismos organismos, en la B Metropolitana, son los que mueven las fechas de los partidos porque no pueden garantizar la seguridad, que suele implicar la contratación de sesenta policías. A Fénix, un operativo le cuesta 12 mil pesos. El miércoles, contra Tristán Suárez, recaudó 5 mil. Un sábado le ingresan 23 mil pesos por entradas. Fénix fue el equipo más afectado de su divisional: disputó cuatro de sus seis partidos del mes en horarios laborales. Perdió todos.
Otros que sufren los daños colaterales son los cuerpos técnicos. No pueden planificar los entrenamientos con anticipación debido a los constantes cambios. “Ya saben que es así”, cuenta Calello. En la intimidad, son los que más se quejan.
La TV, dueña de la pelota. “Tres patas arman el fixture: televisión, seguridad y AFA”, cuenta un ejecutivo de la producción de Fútbol para Todos. Sin embargo, señala que “no le sirven los partidos en horarios laborales”. Esos los televisa solamente la TV Pública.
“Nosotros podemos hacer reclamos en la AFA, pero la determinación la toma la televisión”, asegura Lammens. En la B Metropolitana, son días establecidos los que toman pantalla: sábado y martes. “No nos influye en lo deportivo, sino en lo económico: no pagan bien”, dice Abbeduto.
La inminente llegada del torneo de treinta equipos no asusta a los dueños de los derechos. “Probablemente la nueva B Nacional pase a otra plataforma. Hoy se televisan diez partidos de Primera y cinco de la Segunda División. Ahí están los 15 partidos del nuevo campeonato”, revela la persona allegada a la televisación. Y afirma que eso “no implicará jugar más entre semana”.
Miguel Calello pide por un fixture “fijo, firme y que se respete”. Desde la AFA afirman que están trabajando para “proyectar jornadas con cinco fechas de anticipación”. Lammens lo ve “viable”. La llegada de Marcelo Tinelli a la entidad madre del fútbol, apuestan, pondrá orden al calendario. Habrá que verlo.
Nota publicada en la versión impresa del Diario Perfil.