Por Juan Manuel Herbella (*) | La historia del brasileño Hilderaldo Luis Bellini, campeón mundial en 1958 y víctima de Encefalopatía Traumática Crónica. La ciencia estudia su cerebro.
Juan Manuel Herbella
Hilderaldo Luís Bellini fue el capitán del equipo brasileño campeón en 1958 y el primero individuo en alzar una Copa. Esa acción que hoy inmortaliza a todos los campeones, del deporte que sea, fue una ocurrencia de Hilderaldo: tomó lentamente a la “Jules Rimet” con sus dos manos y la elevó por encima de su cabeza. Estaba rodeado de periodistas que le pedían una foto pero el gesto terminó popularizándose como una señal de mancomunión y ofrenda.
Hilderaldo había nacido en el seno de una familia terrateniente, en Itapira, en el interior paulista, el 7 de junio 1930. Además de la epopeya del 58, disputó los Mundiales del 62 y el 66. Aguerrido en el juego y refinado en la vida social, pocas veces se presentaba en los homenajes estériles que organizaba la Confederación Brasileña de Fútbol a los campeones del Mundo.
Los hinchas del Vasco da Gama, del Sao Paulo y del Atlético Paranaense recuerdan su voz de mando, su prestancia y su firmeza en la marca. No era raro verlo salir del campo con la cabeza vendada y con la camiseta ensangrentada. Previsor y visionario, fue invirtiendo el dinero ganado y utilizando su fama para desarrollar un proyecto innovador para ese entonces: las escuelas de fútbol. Luego del retiro, a los 40 años, priorizó la tranquilidad que le otorgaban sus “escolinhas” antes que el ruido del profesionalismo, y allí permaneció hasta que comenzaron los síntomas.
Griselda, su mujer, recuerda esos primeros indicios hace más de 18 años, cuando su marido iba al supermercado y no podía traer los artículos del listado de compras. Sólo ella se daba cuenta de que algo raro sucedía porque en el día a día con la gente y con la prensa no tenía inconvenientes: en la previa de cada Copa del Mundo, Bellini era invitado a cuanto programa hubiese para recordar viejas conquistas.
En una oportunidad, Griselda detectó sucesivos retiros de dinero en el cajero automático que Hilderaldo aseguraba no haber realizado, para luego percatarse de que tenía el dinero en sus bolsillos. Varias confusiones en los trayectos a su domicilio, convencieron a la mujer de que la consulta médica era ineludible. Tras ser estudiado y teniendo en cuenta los síntomas referidos por la familia, Hilderaldo fue diagnosticado de “Mal de Alzheimer”.
Luego de quince años, los últimos cinco absolutamente recluido por su enfermedad, el 20 de marzo de 2014 falleció en un nosocomio de la capital paulista rodeado de sus seres queridos, a los que casi no reconocía. Al igual que con el festejo de la Copa y con la creación de las escuelas de fútbol, la decisión familiar de donar su cerebro para que sea estudiado, lo posicionó nuevamente como un “primus inter pares”.
El 16 de septiembre pasado, en el Congreso Internacional de Neuropatología desarrollado en Río de Janeiro, el Dr. Lea Grinberg (profesor de la USP y de la Universidad de California) presentó los resultados de las pericias al cerebro de Hilderaldo Luís Bellini.
La Encefalopatía Traumática Crónica (ETC) es una enfermedad que se produce por la sucesión repetida de golpes en la cabeza, se había documentado en boxeadores y en jugadores de fútbol americano. La diferenciación con el Alzheimer no se puede realizar en vida, requiere de un análisis histopatológico del cerebro para detectar la acumulación específica de una proteína (Tau).
Hilderaldo Luís Bellini, pionero en alzar la Copa de campeón por sobre su cabeza, también entró en la historia por ser el primer futbolista diagnosticado con ETC. No hay cura pero sí es prevenible, evitando las conmociones y cuidando el paulatino regreso al campo de juego del traumatizado. Aún así, y pese a los cuidados ante la concusión, el cerebro del futbolista profesional es sometido a un promedio de 2000 micro-impactos por año, algo que podría perfectamente contribuir a desencadenar la enfermedad.
Se sabe que el “deporte de alto rendimiento” no es “deporte y salud”. Veinticinco años de fútbol, cientos de horas de ejercicios de centro-gol o de despeje con la cabeza, son todas agresiones para el cerebro. En su momento, se sabía de las secuelas que podía dejar (y a mí me dejó) el fútbol en los tobillos, las rodillas y las caderas, pero no se sospechaba que también podía hacerlo en el cerebro.
La Copa del Mundo en Brasil fue una muestra reciente del paupérrimo manejo y del poco respeto que tiene la organización madre del fútbol por la salud de los deportistas. Todavía se está debatiendo cómo se debe manejar el tiempo necesario para la evaluación de un traumatismo cerebral durante un juego, cuando en el resto de los deportes es causa juzgada: se golpea la cabeza, sale del campo hasta ser completamente evaluado.
El caso de Hilderaldo Bellini es la punta de un iceberg que todavía no se avizoró. La Encefalopatía Traumática Crónica (ETC) es un témpano con el cual la FIFA se topará ni bien los familiares de los ex futbolistas con demencia donen sus cerebros para ser estudiados. Por favor notifiquen al capitán del barco y a sus oficiales.