San Jerónimo, doctor de la Iglesia. Natural de Dalmacia (Croacia), Jerónimo, uno de los más sabios escritores eclesiásticos, hizo sus estudios literarios en Roma y se ordenó de sacerdote en Oriente. Vuelto a Roma, el papa San Dámaso le confió la versión latina de la Biblia. Se retiró al desierto y en Belén edificó un monasterio, donde se dio de lleno al estudio de las lenguas orientales y a su gran obra escriturística. Murió en Belén en el año 420. La Iglesia lo llama Doctor Máximo en la ciencia de interpretar las Sagradas Escrituras. Su traducción latina de la Biblia, llamada «Vulgata», fue adoptada después por la Iglesia como versión oficial de la Biblia. San Gregorio Iluminador. El apóstol de Armenia nació de la familia real de los Arsácidas, de Persia. Después de muchas penurias, se dedicó a predicar el Evangelio a los idólatras del monte Ararat.
Leoncio, obispo de Cesarea, lo consagró obispo de Armenia Mayor. Murió en el año 330. San Francisco de Borja.. El gran duque de Gandía, de la noble familia valenciana Borja y descendiente, por su madre, del rey Fernando el Católico, era primo y compañero en el estudio de las matemáticas de Carlos V. Tras recibir el título de marqués de Lombay, Francisco contrajo matrimonio y tuvo ocho hijos. Carlos V lo nombró virrey de Cataluña. En 1543, a la muerte de su padre, heredó el ducado de Gandía. La súbita muerte de su esposa, ocurrida en 1546, puso fin a su existencia idílica. Al ver en agonía a quien había sido su amada y fiel compañera durante diecisiete años, hizo la promesa de ingresar en la Compañía de Jesús, de la que llegó a ser el tercer superior general. Murió en el año 1550.