James Blunt y su escandalosa boda

James Blunt y su escandalosa boda Celebró su casamiento en una hermosa playa española pero lo hizo sin pedir permiso. James Blunt y su escandalosa boda

Después del casamiento civil realizado en Londres el 5 de septiembre y del religioso en Mallorca, la fiesta de la boda del cantante James Blunt parecía prometer un festejo inolvidable. Y en parte lo fue, pero no por lo bueno, sino porque el evento quedó registrado en el Ayuntamiento de Costas de Baleares en forma de denuncia.

El motivo es que la empresa que instaló las mesas y la ambientación en la playa de Estanyol ocupó todo el espacio con una parafernalia para los 150 invitados y lo hizo sin pedir permiso porque si lo hubiera hecho le habría resultado imposible de conseguir.

Los que se sintieron invadidos fueron quienes estaban pasando el día en la playa que levantaron campamento en cuanto advirtieron el movimiento de mesas y sillas que se iban extendiendo a lo largo de toda la arena. Eso sí, se fueron dejando testimonio en Twitter de su indignación, un hecho que alertó primero a los medios de comunicación y luego puso el marcha la denuncia.

Los paparazzis también dejaron constancia de que tanto Blunt como su mujer Sofía pasaron por la playa antes engalanarse por tercera vez para su fiesta nupcial y ultimaron todos los detalles con la ahora denunciada organización.

La pareja había volado el mismo sábado desde Mallorca, donde un sacerdote amigo de la familia los casó el viernes en la localidad de Campanet, donde los padres de la novia tienen residencia desde hace años.

Con un vestido ceñido de Cortana, la firma de ropa de la mallorquina Rosa Esteva, la nieta del duque de Wellington y James Blunt, con traje azul con corbata y chaleco celeste, se dieron el sí quiero y abandonaron la iglesia en un Volkswagen escarabajo descapotable.

Su largo fin de semana ya había comenzado el jueves con una cena en casa de Lord John Henry Wellesley y Corinne Vaes y se extendió hasta el sábado en la isla de Ibiza, donde el cantante tiene fijada su residencia.

En esta ocasión no repitieron ceremonia, pero la pareja volvió a vestirse de novios, él de traje con camisa blanca y ella con un corpiño con cuello de barco y falda hasta los pies. Se pasearon entre las mesas saludando a sus invitados, que en su mayoría llegaron en vuelos procedentes del Reino Unido.

La modesta sanción a la que se enfrentarían Blunt y Wellesley hace que sin duda les mereciera la pena correr el riesgo. Una decisión que toman cada temporada muchas parejas que buscan los llamados marcos incomparables de la isla, para celebrar sus enlaces fuera de la legalidad, construyendo nuevas estructuras en zonas protegidas e incluso tirando fuegos artificiales en pleno bosque.