Por Edgardo Martolio (*) | Llevamos 17 años sin mojarle la oreja a las potencias del rugby. No hay evolución real en Los Pumas, sino involución.
Edgardo Martolio
Enternece y entristece. Enternece ver el ‘sentimiento maternal’ de los hinchas de Los Pumas defendiendo a sus indefendibles cachorros. Defienden por defender, como cualquier mamá defiende a cualquier hijo, sin razonar, sin sentido de justicia, sin sentido crítico. Desde el corazón, ciegamente, ‘porque sí’. Los defienden bombardeándome, desde el medio pelo jauretchiano, como si yo fuese el culpable de tanta humillación deportiva, de tanta derrota anunciada. Si eso los hace felices pueden continuar, pero ese sentimiento, en el fondo ingenuo, no tornará ganadores a Los Pumas.
Y entristece porque es tan argentinamente peronista, por lo visceral, que parece irremediable y peligroso como lo fue el peronismo a la salud del país. Desde la ignorancia defienden una estadística irrefutable: Nuestros ‘Pumas’ volvieron a perder este sábado en su cuarto partido de Championship. Los derrotó Australia en Brisbane 32 a 25.
Todos reconocieron que fue el peor partido de la actual serie, incluyendo el entrenador que mejor los paró en la cancha según muchos especialistas, Daniel Hourcade. Es decir, no hay caso, no hay evolución real, concreta, efectiva. Eso de que juegan para aprender lo escucho desde que yo era adolescente, hace cinco décadas… El 75% de la posesión fue de Australia y también el 81% del dominio territorial remarcado por una diferencia de 80 tackles entre uno y otro seleccionado.
Su estadística es indefendible por más que me insulten: hubo récord de descalificaciones la última semana: evidencia clara de que mi dedo tocó el centro de una herida siempre abierta, sangrante, profunda y verdadera de ese pedazo de sociedad que hoy no es más que eso, un pedazo que se quedó sin tiempo ni razón de ser. Si solamente sumamos los partidos disputados a lo largo de la historia con los tres rivales del irrisorio Championship, llegamos a 64 enfrentamientos: Los Pumas perdieron 57… Leyó bien; empataron 3 y ganaron 4 (todos a Australia el rival más flaco: tres veces en Buenos Aires y sólo una como visitantes y todas en el siglo pasado, lo que también demuestra nuestra involución…).
Hace 40 partidos que Argentina no les gana a ninguno de ellos: perdió 39 y empató uno. De hecho en este siglo XXI Los Pumas nunca les ganaron en ningún tipo de competencia a cualquiera de estos tres adversarios. Por eso pregunté en el texto anterior si valía la pena jugar el Championship y me ametrallaron como si hubiese dicho que crucifiqué a Cristo.
Si llevamos 17 años sin mojarles la oreja ni hacerles cosquillas, me permito reiterar la pregunta: ¿Vale la pena ser al rugby lo que Bolivia es al fútbol? Sin quererlo, pero por fuerza de ajustar el ejemplo a la mayor realidad posible, bolivianisé al medio pelo ‘argento’. Y ya sabemos lo que ‘ese personal’ piensa de nuestros vecinos bolivianos; una muestra más de su bien adquirido título de medio pelo.
Repasemos las vergonzosas estadísticas de Los Pumas, que ni el abogado del diablo defendería, frente a sus tres rivales del hemisferio Sur: Con Sudáfrica se jugaron 19 partidos, Argentina no ganó nunca, empató 1 y perdió 18 veces… Con Nueva Zelanda se disputaron 23 encuentros, Argentina jamás ganó, igualó 1 y perdió en 22 ocasiones… Y con Australia –computando el desafío del sábado– se jugaron 22 partidos, Argentina ganó 4, empató 1 y perdió 17.
Seguir jugando el Champioship es seguir perdiendo. Perder es parte del juego, perder siempre es masoquismo (según el diccionario: “disfrutar considerándose maltratado, disminuido, etc., en cualquier suceso o actividad); ahora, en el rugby, también puede decirse ‘pumismo’, no hay diferencias, vale la misma definición.
Por más que me digan ignorante, como me dicen por sostener que Los Pumas son perdedores y por criticar a su ‘hinchada sin sentido’, los números son irrefutables. Dicho sea de paso, recordé un anagrama –transposición de letras de una palabra o sentencia, de la que resulta otra distinta–; este: con las nueve letras de la palabra ARGENTINO sólo se puede formar una única otra palabra contenida en el diccionario de la Real Academia Española: IGNORANTE. Así, cuando me dicen ‘ignorante’ por retratar la verdad, yo leo/escucho que me dicen ‘argentino’. Busquen otra voz, entonces, para descalificarme porque esa no me lastima. Con las palabras PUMAS y RUGBY no se puede formar nada (también curioso: nada).
Llamé de irrisorio al Championship porque desde 2012, cuando tomó ese nombre, puede describirse así: “Es un torneo donde siempre gana Nueva Zelanda y siempre pierde Argentina mientras Sudáfrica y Australia disputan el segundo lugar” (ya era un poco eso cuando, sin Los Pumas, disputaban el Tres Naciones: los All Blacks ganaron 10 títulos en tanto Wallabies y Gazelles se quedaron con tres cada uno). Además es irrisorio porque no existe descenso, creo que es el único torneo no clasificatorio para nada –del mundo y de cualquier deporte–, donde un país participa en todas sus ediciones aunque no gane nunca y siempre sea el último. ¿Cuál es el mérito?
Recordando que en dos semanas Los Pumas vuelven a perder, en La Plata, con Nueva Zelanda, termino (por hoy) con otra pregunta, que no es más que un chiste adaptado, que ya me hicieron y porque es un chiste nadie puede enojarse: ¿Cuál es la similitud entre un HUMILDE hincha de los ‘Pumas’ y Batman?: Que ninguno de los dos existe.
IN TEMPORE I: Box. No quiero opinar sobre la derrota del ‘Chino’ Maidana porque, si mordió, cosa que las cámaras no demostraron pero él no negó como niega un inocente, no merece ser campeón aunque yo siga creyendo que es uno de los cinco mayores boxeadores de nuestra historia. Simplemente digo, por si acaso no mordió, que esta vez no ganó como en la pelea anterior, la del 3 de mayo, donde fue robado.
Tampoco sé si perdió, porque Floyd Mayweather no puede ganar una pelea escapándose durante cinco rounds y trabando en otros cinco (boxeó sólo dos). En judo, por ejemplo, los atletas pierden por ‘falta de combatividad’: más que justo. El box es, principalmente, el arte de atacar, más que de defenderse. Imaginemos dos boxeadores que no se agreden, no se atacan: ¿qué pelea seria esa? ¿Suben al ring sólo por la bolsa?
IN TEMPORE II: Fútbol. Otro fin de semana donde Ángel Di Maria volvió a demostrar que es mejor que Messi (ya explicaré por qué creo que es mejor). Y también para recordarle al Tata Martino que Mauro Icardi pide selección a gritos. Y a goles. La merece más que Tevez que en el próximo Mundial tendrá 34 años. Out.
IN TEMPORE III: Tenis y básquet. Se equivocó feo Martín Jaite no jugando el dobles con Mayer y Berlocq; puso en riesgo la clasificación argentina en la zona mundial de la Copa Davis frente a un rival, Israel, con el que no se podía perder ni con Jaite de capitán. Zeballos y Delbonis, como dupla, no están para hazañas…
El buen y remendado básquet argentino tiene que alegrarse del inobjetable triunfo norteamericano en el Mundial de España, porque así no compite en el Preolímpico de México: con su título ya garantizó su presencia en Rio 2016. En el preolímpico sólo hay dos plazas directas y tres de repechaje, si lo disputa Estados Unidos una de los dos pasajes directos sería para ellos y el otro, hoy por hoy, está más cerca de Brasil que de Argentina.
IN TEMPORE IV: Voley. Erré. En la columna anterior dije que la Selección Nacional de voley masculino había sido eliminada del Mundial de Polonia el anterior fin de semana. Recién lo fue este que pasó. El Mundial de voley cambia de reglamento todas las veces: las dos últimas ediciones, 2006 y 2010, se jugó en seis zonas de cuatro países, clasificando los tres primeros. El de 2002 había sido diferente, con seis zonas de cuatro, como volvió a ser este de 2014, clasificando a cuatro naciones para la etapa siguiente.
De todos modos, Argentina (aunque tenía chances matemáticas y milagrosas) pasó a la Segunda Ronda ‘virtualmente’ eliminada porque el sistema es tan justo como complejo. Los cuatro equipos que clasifican por cada Zona –se mezclan con cuatro de otra– pero arrastran a la nueva etapa los puntos cosechados frente a las tres selecciones que también clasificaron en su Grupo original. Sólo que (atención) con estos rivales no vuelven a enfrentarse: continúan vigentes los resultados de la Ronda inicial. Apenas se miden con los cuatro nuevos, los del otro Grupo.
Así Argentina pasó ‘llevando’ sólo 3 puntos, los conquistados ante Australia, ya que con Serbia y Polonia, los otros clasificados de su Zona ‘B’, había perdido… Polonia, en cambio, pasó con 9 puntos, porque les ganó a todos, y Serbia pasó con 7 puntos porque derrotó a la Argentina y a Australia, los demás clasificados (las victorias por 3 sets a 0 y por 3 sets a 1 otorgan tres puntos al vencedor y ninguno al perdedor; cuando el resultado es 3 a 2, el vencedor gana dos puntos y el perdedor uno). Para muchos es un mamarracho que confunde, aunque eso no me justifica.
De esta manera, y de acuerdo a los resultados obtenidos previamente, las posiciones del Grupo ‘E’ de la Segunda Fase, el de Argentina, antes de iniciarse su disputa ya eran decisivas y eran las siguientes: Polonia 9, Francia 7, Serbia 6, Irán 5, Estados Unidos 4, Argentina 3, Italia 2, Australia 0. Los otros cuatro rivales (Francia, Irán, Estados Unidos e Italia) fueron los clasificados de la Zona ‘A’ que se mixturó con la ‘B’, la de Argentina. ¿Se entiende? ¡Uf! Casi ridículo.
Finalizada la segunda etapa, que clasificó a tres selecciones por grupo, para la tercera y antepenúltima fase, la tabla quedó así: Francia 17, Polonia 16, Irán 15 –clasificados para la tercera fase– Estados Unidos 14, Serbia 9, Argentina 8, Italia 5 y Australia 0. Aclarado todo sólo puedo decir que tuve mi ‘día Puma’: perdedor.
(*) Director Perfil Brasil, creador de SóloFútbol y autor de Archivo [sin] Final.