Suena la banda del representante

autorSuena la banda del representante Cocca, Almirón y el extraño caso de Christian Bragarnik, el hombre que lleva y trae en el fútbol. Suena la banda del representante

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Hugo Asch

—Ah, ¿así que usted es honrado? –preguntó mientras abría su bolso.—Dolorosamente.

—¿Cómo es que se metió, entonces, en este negocio tan desagradable?

Raymond Chandler (1888-1959); de “El sueño eterno”, 11 (1939).

 

Llamar imperio al rentable negocete que tan bien supo armar el abogado Christian Bragarnik es un exceso. Si realmente fuese dueño de un imperio, no tendría por qué rapiñar jugadores a manotazos, según la versión de Leonel Di Plácido, 20 años, lateral por derecha de All Boys, hecha pública poco después de que Diego Cocca asumiera como entrenador de Racing: “Me llamó el representante de Cocca y me aclaró que si quería pasar a Racing tenía que irme con él. Dijo que me quedara tranquilo, que cualquier cosa rescindíamos con mi representante. Pero yo quiero seguir con Hidalgo”. El pase, finalmente, no se hizo.

Según consta en su página web, la empresa Score Fútbol “representa a más de cuarenta jugadores en todo el mundo”, un número apreciable si se tratara de cracks de elite. Pero no es el caso. Entre otros honestos futbolistas que la pelean, la lista está integrada por Franco Jara, Benedetto, Marcone, Obolo, Tula, Pablo Aguilar, Caruso. Gente de trabajo pero de confianza, como decía la antigua publicidad de Cincotta.

“Nuestros servicios apuntan a maximizar los beneficios de manera sustentable para todos los actores comprometidos con este deporte: jugadores, clubes, medios e inversores”, se definen. Ahá. Maximizar beneficios, sustentabilidad, clubes, jugadores, inversores. Clarísimo. Pero, ¿medios? Eso sí es audaz. Uy, don Bragarnik, no me diga que… ¿Tú también, Brutus?

Hace tiempo que nuestro héroe lleva y trae a sus representados por clubes en los que se mueve como si fueran su propia casa. En Argentina, Godoy Cruz y Defensa y Justicia. En México, el Tijuana Xoloitzcuintles de Caliente, Baja California, club fundado en 2007 por Jorge Hank, folclórico cacique del PRI, dueño de un emporio –él sí lo tiene– de casas de juego, sospechado de casi todo, detenido y liberado por falta de pruebas. Típico de esas simpáticas zonas de América Latina donde llueven dólares y balas. Precisamente, con 88 armas y 6 mil cartuchos lo sorprendió la policía en 2011. Un detalle: el 28 de enero pasado, en la fiesta por sus 58 años, una tigresa de Bengala, su mascota estrella, casi le abre el pecho en dos a su ahijado y vice del Xolos, Gog Murguía, que por algún extraño motivo entró a su jaula en la alta noche. Por suerte, aquel incidente doméstico no empañó la gira del plantel de Defensa y Justicia por Las Vegas –ciudad de ensueño para todo deportista– y Tijuana, donde hicieron su pretemporada. Final feliz. Gracias Bragarnik, amigo de sus amigos.

El clásico de Avellaneda fue como una interna de oficina para Score Fútbol: los dos técnicos y varios jugadores de uno y otro equipo eran tropa propia. Otra muestra de la irresistible seducción de Bragarnik. ¿Qué dice Moyano, presidente de Independiente? Nada. Ganaron. Sus jugadores le pidieron un premio especial. “La asignación universal por hijo”, deslizó, pícaro, el camionero prodigioso. Risas. Ahora a nadie le interesa saber por qué Víctor Cuesta y Lucero, miembros del staff, fueron pedidos como si fuesen Hummels y Benzema. Y bueh.

¿Qué dice Blanco, presidente de Racing? Que Rapallini los bombeó. Y sobre Cocca & la Banda del Representante, prudente, aclaró: “No negaré que el tema está instalado, pero nosotros estamos atentos y somos muy cuidadosos con el patrimonio de la institución”. Uf, menos mal. Tranquiliza mucho saber eso.

No es fácil, en este contexto, analizar a Diego Cocca y su propuesta. Digamos que su estética está demasiado contaminada por toda esa telenovela mexicana, por llamarla de un modo amable. Historias de buenos y malos, donde el elenco vive por y para la felicidad de los protagonistas: los que se llevan la parte del león.

Cocca se afirma en el libreto del buen juego, pero patina fatalmente en suelos más resbaladizos. “El problema con mi representante es que tiene muy buenos jugadores”, dijo, luego de birlarle al Real Madrid a Nico Sánchez, Acevedo, Grimi, Castillón, Acuña y Bou. Encandilado por Nelson Acevedo, eje de su Defensa y Justicia, marginó a Cerro, el 5 campeón del Vélez de Gareca. Y seducido por su killer instinct, pidió a Gustavo Bou –16 goles en 93 partidos– mientras le daba salida a Roger Martínez y a Di Nenno, dos 9 de área del club. ¿Conclusión? Milito se quedó sin suplente natural pese a que era muy claro que, a los 35, su físico ya no le da como para jugar siempre.

“Si Hauche tuviera gol, estaría jugando en Europa”, señaló además, con brutal sinceridad, vaya a saber si con la secreta intención de elogiarlo. Hauche –que fue compañero suyo en Argentinos Juniors– venía de un gran comienzo de torneo, pero con fallas en la definición. Después lo expulsaron, el equipo se cayó y él volvió sin gloria. Ay.

“Prefiero perder el clásico y pelear el título”, insistió Cocca, incontinente, como un suizo recién llegado al país, horas antes de jugar. Consuelo de tontos para quien, un mes atrás, afirmaba convencido: “De ninguna manera somos candidatos”. Las dos cosas son ciertas. Racing no es candidato a nada bueno, y cualquier entrenador elegiría perder un clásico si eso le garantiza pelear el campeonato. ¿Por qué? Porque si lo hace, ganará seguido; y si gana, a nadie le va a importar ni esa derrota ni nada.

Pero perdieron; y eso es lo que recordarán unos y otros, con placer y furia. El clásico, la estadística, la paternidad, los carteles. Un mundo binario, cerrado, obsesivo, cruel. El curioso mundo de los que sostienen el show.

Maldito inconsciente, ¿no?

Quién sabe. Tal vez el técnico de Racing se acostumbró a elegir de la mano de nuestro héroe, su representante, el dueño de la banda, las luces, Las Vegas. Ese no, ése sí; y si viene aquél, esto, lo otro y lo de más allá; bla, bla, detalles; esas cosas.

 

Esta nota fue publicada en la Edición Impresa del Diario Perfil