El término "derrota digna" adoptó otro concepto: atrevimiento a una nueva propuesta por encima de la valentía.
La dignidad en la derrota es real, pero tan subjetiva que se anima a desafiar al resultado. Depende de quién y cómo la mire. ¿Quién define lo que es digno? ¿Quién, más que los propios jugadores, puede decidir qué sentir y qué decir después de semejante ilusión y, a su vez, semejante golpe?
Los Pumas brillaron como nunca, pero el final fue el mismo de siempre y el término “derrota digna” que se popularizó más allá de las fronteras del rugby argentino volvió a ser eje de comentarios potenciados por las redes sociales y oportunistas-bromistas irónicos e intencionados.
Esta vez, sin embargo, quizá habrá que verlo del otro lado: una “victoria indigna” (que no lo es) para unos Springboks que jugaron como nunca, pero ganaron como siempre.
El sentimiento de los protagonistas post partido fue de agotamiento. Físico, sí, pero también mental. Lo dijo un Fernández Lobbe “cansado de las derrotas dignas” que prefirió, como Creevy y Ayerza, hablar de un sentimiento de dolor.
Porque las épocas, a pesar algunos nombres que se repiten, cambiaron: no son más los Pumas aquellos que se juntaban pocos días antes de jugar apenas seis tests por temporada ante equipos europeos.
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(*) editor de Rugby Fun