¿Por qué el enganche no juega de visitante? La estadística inobjetable sobre sus últimos años.
Juan Manuel Herbella
Hay un tema muy secundario, en relación al fútbol argentino, que acaparó charlas de café y debates de aficionados. Hasta el momento no tiene una respuesta concreta. Es un trabajo ciclópeo, el de recabar la información que permita sacar la estadística precisa, pero el conocimiento empírico es suficiente para que todo el mundo se pregunte: ¿Por qué Juan Román Riquelme no juega de visitante?
Hasta mediados de los 90´s, a la “media inglesa” se la consideraba como la fórmula mágica para salir campeón en cualquier torneo de “todos contra todos” con tres resultados posibles (victoria, empate y derrota) y donde se jugara tanto de local como de visitante. Como su nombre lo indica, el cálculo surgió en Inglaterra y tuvo su razón de ser mientras las competencias deportivas recompensaban con 2 (dos) puntos la victoria y con 1 (uno) el empate. El fundamento principal consistía en que cualquier equipo que obtuviese el 75% de los puntos en juego, seguramente pelearía entre los punteros. Como era más sencillo sumar jugando en casa, para cumplir con ese puntaje ideal del 75%, se estipulaba que el equipo debía hacerse fuerte de local (ganar) y especular de visitante (empatar). De esta manera, en el global de ida y vuelta, quien mantuviese a rajatabla la media inglesa tendría un saldo positivo de 3 a 1 con sus rivales. La modificación reglamentaria, para premiar a la victoria con 3 (tres) puntos, alteró los términos y refutó la fórmula.
En el transcurso de este siglo, mucho se ha investigado y publicado sobre el vínculo entre el resultado deportivo y la condición de local o visitante en el fútbol. Múltiples factores han sido considerados y exceden al juego propiamente dicho. Algunos de los investigadores que trabajaron en el campo fueron Balmer, Nevill y Williams en relación al entorno (el efecto de los hinchas y las decisiones arbitrales). Otro de los pioneros fue Richard Pollard, que focalizó sus estudios sobre los efectos directos en el deportista: cómo lo condicionan los traslados, el cambio de clima y/o el terreno de juego. Tanto fuere por el peso de los factores intrínsecos o extrínsecos, ha sido comprobado que en la mayoría de los escenarios, el que juega de local tiene más chances de ganar.
Luego del semestre sabático autoimpuesto para recuperar fuerzas, el ciclo de Juan Román Riquelme en Boca dejó latente una curiosidad: sus minutos netos de juego, en relación a la condición de local o de visitante de su equipo. En el primer semestre de 2013, el conjunto dirigido por Carlos Bianchi disputó tres competencias: el Torneo Local, la Copa Libertadores y la Copa Argentina. Fueron treinta partidos (19, 10 y 1), lo que para el cálculo da un total de 2700 minutos de juego. Riquelme participó en el partido de Copa Argentina ante All Boys (donde Boca quedó eliminado por 3 a 1), jugó siete de los diez partidos de Copa Libertadores (601 sobre 900 minutos de juego = 66%) y cinco de los diecinueve del Torneo Final 2013 (362 sobre 1710 minutos de juego = 21%).
Si el cálculo se complejiza para discriminar entre los partidos de local y los de visitante, el dato es revelador. En el torneo local, desde febrero a junio, Riquelme sólo jugó el último partido. Apenas 63 minutos, el 23/6 ante Godoy Cruz en Mendoza, de los 900 (diez partidos) que disputó Boca durante todo el periodo: un 7% de los minutos jugados por su equipo de visitante.
Es cierto que para ese momento se podía suponer que el intenso comienzo de año había sido bastante duro para un jugador que venía de pasarse un largo tiempo fuera de las canchas. También se esperaba que en la segunda parte del 2013, cuando el conjunto xeneize sólo disputase el torneo local, la participación de Juan Román se incrementaría. La realidad terminó siendo la misma, sólo jugó la mitad de los partidos: 942 sobre 1710 minutos totales de juego (55%) y 408 sobre 810 minutos en condición de visitante (50%).
Se pensó que sería en el primer semestre de 2014, con una buena pretemporada de verano y empujado por el fin de su contrato, cuando Riquelme brillaría con todo su esplendor. De esta manera, el clamor popular obligaría a la dirigencia de Boca (que no deseaba su continuidad) a renovarle. Cuando “pudo y quiso jugar”, Riquelme mostró que sigue teniendo una jerarquía técnica superior a la de cualquier jugador del fútbol argentino. En el dato “duro” de la estadística de juego, mantuvo el mismo nivel de participación, 862 sobre 1710 posibles (50%), pero con una merma abrupta en condición de visitante, apenas jugó parcialmente dos partidos (160 sobre 900 minutos de juego = 17%).
El rendimiento deportivo finalmente no fue suficiente para torcerle el brazo a la dirigencia y el vínculo contractual, entre Riquelme y Boca, terminó a mediados de año. Su cercanía con Claudio Borghi y su pasado como jugador de divisiones inferiores, influyeron para que Román recayera en Argentinos Juniors. Su arribo transformó el club. Junto con él, vinieron los suyos. En el debut como local, convirtió el gol de la victoria. Por algún motivo, no pudo jugar el siguiente partido (de visitante). Ahora, una lesión muscular lo marginará por un par de fechas más. La noticia no sorprende. Revisada la estadística de los últimos meses, el dato objetivable: Román juega menos de la mitad de los partidos y casi todos en su feudo.