Tras las muerte de Julio Grondona empiezan a formarse bandos renovadores. El rol de D’Onofrio y Angelici.
En dos, en tres o en cuatro. No se sabe todavía en cuántas partes se dividirán los dirigentes del fútbol argentino, ahora que el mando tiene ocupantes transitorios, no un propietario. Pero diez días han sido suficientes para que se perfilen dos bandos, visiblemente opuestos. “Es la grieta”, define uno de los que estuvo el martes en la reunión de Comité Ejecutivo, la primera sin Grondona. La que explicitó cómo se van armando los equipos para salir a la cancha, a 15 meses de la elección que marcará una nueva era. Una que ya empezó a cocinarse.
Rancho aparte. La imagen fue simbólica: los presidentes de River, Boca, Racing e Independiente sentados a la mesa de TN, el miércoles a la noche. “¿Vos creés que eso hubiese pasado con Grondona vivo? Ni locos”, desgrana la escena un dirigente que vio por la tele la entrevista conjunta. “Queremos saber de qué se trata el Prode bancado. Hasta ahora, sobre este tema no tenemos conocimiento”, comentó al aire Rodolfo D’Onofrio, el presidente de River, sobre uno de los tópicos de la noche.
La mención al proyecto por el que Grondona hacía lobby en el Gobierno remite a una posición común de los cinco grandes (esa noche faltó Lammens, que estaba en Paraguay con San Lorenzo): revisar cada uno de los temas sensibles que digitaba el presidente de la AFA. Y en esa lista figura, arriba de todo el reparto del dinero del Fútbol para Todos, súbitamente cuestionado en voz alta por River y Boca. Es que D’Onofrio y Angelici son las caras del bando renovador; el primero podría ocupar pronto la vicepresidencia segunda de la AFA, una vacante creada porque su par de Boca pasó a ser el vice primero.
El martes, cuando D’Onofrio cuestionó en Viamonte la administración del dinero de la televisación, se le tiró a los pies Horacio Martignoli, vicepresidente de Sarmiento de Junín. “Se olvidó rápido de que cuando asumió, si Grondona no le prestaba 300 millones no podía abrir el club”, ironiza otra fuente. La anécdota puede ser apenas el prólogo de las discusiones por venir.
Grondonismo militante. Proclamado presidente en lugar de Grondona hasta octubre de 2015, Luis Segura sabe que la investidura no le alcanzará para resistir. Su círculo será cerrado: a la reunión con Tata Martino para ofrecerle el cargo de entrenador de la Selección lo acompañaron Julio Grondona hijo (fue el huésped, en su departamento de Puerto Madero) y Miguel Silva, vice de Arsenal.
Nada distinto a lo que ocurría antes, en definitiva: el grondonismo residual conserva la esencia del original, en el que no había lugar para terceros cuando se decidía sobre los temas de fondo. Segura confía en retener el apoyo de los clubes y ligas con menos peso en el día a día, pero claves al momento de levantar la mano en Asamblea: “De los 49 votos, 28 son de los pobres, los que están con nosotros porque siempre los defendimos. Los grandes quieren volver a lo peor del pasado, cuando se repartían los títulos”, se enoja otro dirigente.
Más lejos, agazapados, se ubican los neutrales, que no comulgan en ninguna de las dos misas ya establecidas. No es que no les interese el asunto: saben que hay tiempo para armarse. Y que cuando llegue el momento de elegir, por ejemplo, el país tendrá un nuevo presidente. Un detalle.
(*) Esta nota fue publicada en la edición impresa del Diario PERFIL.