El último tango de Alejandro Sabella

autorEl último tango de Alejandro Sabella El entrenador subcampeón mundial en Brasil deja su cargo porque sabe que no hay futuro. El último tango de Alejandro Sabella

Se va Sabella. Se fue. Alejandro Sabella deja la Selección por motu propio. Más que un tango, un pésimo síntoma y una gran actitud. El entrenador sabe que no hay futuro con el equipo subcampeón mundial. No está confundido como el universo ‘argento’ que cree que el segundo puesto en Brasil fue poco, esa hinchada ‘temporaria’ e irracional que pedía el título que ni el Papa Francisco podía darle por obra y milagro vaticano. Sabella, mejor que nadie, tal vez como sólo él pueda evaluarlo, sabe que ‘no hay Selección’, no desconoce que se llegó adonde no se podía, tiene conciencia de que fuimos más allá de la lógica, de las fuerzas disponibles, del material usado y de la capacidad colectiva.

Adiós muchachos, ya me voy y me resigno… / Contra el destino nadie la talla… / Se terminaron para mi todas las farras, / Mi cuerpo enfermo no resiste más…

La misma prensa que nos cuenta el adiós del entrenador, nos notifica que la despampanante modelo Ingrid Grudke dice que no va a atrás del poder, pero ‘se enamora’ de Cristóbal López, un emergente que si fuese albañil sólo podría tener un perrito cartonero a su lado. “Desconocía que era Cristóbal López cuando lo vi”. es su frase demoledoramente inverosímil. No es mi especialidad la belleza masculina pero está claro, principalmente después de leer ‘Historia de la fealdad’ de Umberto Eco, que López es tan feo como poco clara su historia de enriquecimiento acelerado. Grudke, en verdad, no miente: no va atrás del poder sino de la belleza y la belleza de López está en su billetera. De las más lindas de este momento de default y soterramiento nacional. Difícilmente la rubia pueda desdecirlo porque sólo la atraen señores ‘con ese algo más’; sí, curioso, como tantas otras lindas jamás se enamora de un humilde mozo de bar periférico. Bien, yo diferentemente de ella, me enamoro de gente inteligente, racional y equilibrada. En este instante estoy apasionado por Alejandro Sabella. Ahora que no está en la Selección, lo quiero más todavía. Lo quiero más porque con su gesto muestra su capacidad de análisis y su correcta toma de decisiones (¿algún otro técnico hubiese dejado afuera de los 23 a Tevez?)

Sabella intuye lo que la mayoría niega, que nunca más la Argentina será campeón del mundo y da un paso al costado. El próximo Messi, con 30/31 años jugará la Copa de Rusia rindiendo menos de lo que rindió en los Mundiales que ya jugó. Mascherano seguramente integrará el plantel como un símbolo, pero ya no podrá correr lo que aún corre hoy y salvar a sus colegas ineficientes. Di María estará en su límite. Romero no siempre tendrá la suerte que tuvo en Brasil. Garay, lo mejor del fondo, ya se habrá despedido de la Selección… Una vez estuvo Maradona y Dios quiso que también la Argentina tuviese a Messi. Listo, ya no habrá otro talento de esos por muchos años. Décadas. Sabella lo sabe. ¿Para qué quedarse? ¿Para una gloria que no llegará? ¿Para un poder que ya tuvo? ¿Para ir a ver jugadores a Europa y estirar el viaje dos días más para conocer lo que ya conoce? ¿Para ganar un dinero que también podrá cobrar en cualquier club? Sabio el hombre. Además, a él no le interesa tener todo eso para fantasear con que una Ingrid Grudke lo vea lindo y se ‘desmaye de amor’ frente a su insignificancia física o su juventud perdida.

Acuden a mi mente / Recuerdos de otros tiempos, / De los bellos momentos / Que antaño disfruté, / Cerquita de mi madre, / Santa viejita, / Y de mi noviecita / Que tanto idolatré. / Se acuerdan que era hermosa, / Mas linda que una diosa / Y que, ebrio yo de amor, / Le di mi corazón. / Mas el señor, celoso / De sus encantos, / Hundiéndome en el llanto, / Me la llevó.

Alejandro Sabella fue segundo de Alonso en River; fue segundo de Maradona en la Selección; fue segundo de Bochini como posible suplente del equipo del ’86, fue segundo en la Copa de Brasil… En una nota publicada recientemente en la revista Noticias listé su lugar en el mundo, de eterno segundo. Muy pocos son primeros alguna vez y pocos son segundos siempre. No hay ironía en esto de ser segundo, por el contrario, hay mucho mérito, especialmente en este ‘nuevo país’ de últimos ¿O de última? De allí mi admiración por este señor que, cuando se supone ‘la tiene servida’, dice chau, cierra la puerta, prioriza otras cosas, no critica a nadie y no nos amarga contándonos que no hay futuro. Como decía José Ingenieros -un argentino de los que ya no quedan-, “los hombres y pueblos en decadencia viven acordándose de dónde vienen; los hombres geniales y pueblos fuertes sólo necesitan saber a dónde van”. Sabella todavía no contó adónde va y tampoco importa, eso no es de nuestra cuenta de permanente débito.

Como siempre, respetuoso de sí mismo y de todos, aún de los muchos ‘argentos’ que no merecen su consideración, deja el puesto por el que otros matarían. A don Alejandro no le va el papel de héroe. No trabaja para el reconocimiento. Mucho menos por el dinero. Tampoco representa a nadie o se mete en política. Trabaja porque en la vida hay que trabajar. Y por talentos propios, en su caso, siempre laburó en aquello que amó, el fútbol. Reciba mi admiración señor Sabella, que no es la de Grudke por López. Cada uno admira a su manera. Hay gente que admira a Lanata, un modo de masoquismo intelectual (¿o moral?) muy criollo; es decir que hay para todo y todos, por lo tanto el de Grudke hasta termina siendo un gusto legítimo. Pero yo me quedo con Sabella.

Es Dios el juez supremo. / No hay quien se le resista. / Ya estoy acostumbrado / Su ley a respetar, / Pues mi vida deshizo / Con sus mandatos / Al robarme a mi madre / Y a mi novia también. / Dos lágrimas sinceras / Derramó en mi partida / Por la barra querida / Que nunca me olvidó. / Y al darle, mis amigos, / El adiós postrero, / Les doy con toda mi alma, / Mi bendición.

Los tangos siempre están vigentes aunque los pibes de hoy no sepan qué es un tango o una milonga. Y están vigentes porque además de las Grudke existen los Sabella. Seres capaces de analizar sin confundirse y mucho menos confundir a los demás; que se autorizan a decir adiós cuando nadie lo espera: es el trágico destino del tango. Lentamente Alejandro Sabella nos descifra ese enigma que es su rara personalidad, tan poco nuestra, tan opuesta a la del ‘argento’ exhibicionista actual que habita la ‘patria burra’ en base al mediatismo, aunque lo sea por grosero, agresivo o ridículo. Sabella, como las chicas del tango, no las Grudke, se va cuando queremos que se quede. ¿Para qué? ¿Para que lo secuestren como al padre adoptivo de Carlitos Tevez? Es mejor irse y si es por la puerta grande mejor. Cosa de Señores con mayúscula.

Y, para que lo sepa todo el conventillo, se va por el bien de los dos, de esa pareja que conforma con la Selección que parecía indisoluble por ahora; se va porque la verdad está por sobre todas las cosas, porque el sufrimiento que hoy nos causa será una enseñanza mañana. Ya escribió su letra en este tango. Ya hizo lo suyo. Es una milonga de la vida real. Puede irse. No abandona a la Selección, no nos equivoquemos. Nos la entrega en un lugar mucho más alto que aquel que ocupaba cuando la recibió. Pedirle más seria un desatino. Dejemos que se despida como él quiere y no como a los ‘argentos’ les gustaría: reprochándole mil cosas cuando pierda la Copa América, nos gane el ahora deteriorado Brasil o algo así.

Adiós muchachos, compañeros de mi vida, / Barra querida de aquellos tiempos. / Me toca a mi hoy emprender la retirada, / Debo alejarme de mi buena muchachada. / Adiós muchachos, ya me voy y me resigno… / Contra el destino nadie la talla… / Se terminaron para mi todas las farras…

IN TEMPORE: Que Ingrid Grudke sea tan feliz con López como Sabella sin la Selección. Aunque creo que el único que va a ser feliz es el tal Cristóbal… aunque sea por unas noches: hoy las cosas van tan rápido que hasta los amores furtivos parecen lentos. ¡Ah! Y a Gardel: gracias por el tango (‘Adiós muchachos’).

IN TEMPORE 2: Esta columna fue escrita antes de fallecer Julio H. Grondona. Pues, si Sabella hubiese renunciado cuando Grondona ya estaba enterrado la columna hubiese sido otra. Y la lógica de su renuncia también. Por eso la mantuve intocada. Demoró en aparecer porque la repentina muerte de ‘Don Julio’ la obligó a esperar. Tal vez hoy Ingrid Grudke ya no esté enamorada de Cristóbal López. Yo, en cambio, sigo apasionado por Sabella.

(*) Director Perfil Brasil, creador de SoloFútbol y autor de Archivo [sin] Final.