Dos encuentros significativos y comprometedores

Por monseñor Jorge Eduardo Lozano, arzobispo coadjutor de San Juan de Cuyo y presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral Social

 

La semana pasada se realizó en el Vaticano el tercer Encuentro Mundial de Movimientos Populares. Participaron 200 delegados de distintos países del mundo. Ellos pertenecen a organizaciones vinculadas al cuidado del ambiente, cooperativas de construcción de viviendas, agricultores, feriantes, artesanos, trabajadores y referentes activos de nuevas formas de economía solidaria.

Después de tres días de deliberaciones y trabajos, el Papa tuvo a cargo el discurso de clausura, en el cual recordó que “hace casi cien años, Pío XI preveía el crecimiento de una dictadura económica mundial que él llamó «imperialismo internacional del dinero»”, y que “fue Pablo VI quien denunció hace casi cincuenta años la «nueva forma abusiva de dictadura económica en el campo social, cultural e incluso político». Son palabras duras pero justas de mis antecesores que avizoraron el futuro. La Iglesia y los profetas dijeron, hace milenios, lo que tanto escandaliza que repita el Papa en este tiempo cuando todo aquello alcanza expresiones inéditas. Toda la doctrina social de la Iglesia y el magisterio de mis antecesores se rebelan contra el ídolo-dinero que reina en lugar de servir, tiraniza y aterroriza a la humanidad”. Una clara manera de mostrar la continuidad en las enseñanzas sociales de nuestros Papas.

En el mundo crece la persistente concentración de riqueza y la distribución de miseria y pobreza. La ética y la justicia dan paso a la opresión y el descarte. Es interesante distinguir cómo Francisco describe que “ninguna tiranía se sostiene sin explotar nuestros miedos. De ahí que toda tiranía sea terrorista. Y cuando ese terror, que se sembró en las periferias con masacres, saqueos, opresión e injusticia, explota en los centros con distintas formas de violencia, incluso con atentados odiosos y cobardes, los ciudadanos que aún conservan algunos derechos son tentados con la falsa seguridad de los muros físicos o sociales. Muros que encierran a unos y destierran a otros. Ciudadanos amurallados, aterrorizados, de un lado; excluidos, desterrados, más aterrorizados todavía, del otro. ¿Es esa la vida que nuestro Padre Dios quiere para sus hijos?”. En el Plan de Dios todos los habitantes del Planeta tienen derecho a una vida digna, a participar de los bienes creados para la familia humana.

En su reflexión Francisco nos dice también que “al miedo se lo alimenta, se lo manipula… Porque el miedo, además de ser un buen negocio para los mercaderes de armas y de muerte, nos debilita, nos desequilibra, destruye nuestras defensas psicológicas y espirituales, nos anestesia frente al sufrimiento ajeno y al final nos hace crueles”. ¡Qué actual para nosotros!

 

Y esto tiene consecuencias concretas muy presentes en nuestra sociedad, ya que “hay un terrorismo de base que emana del control global del dinero sobre la tierra y atenta contra la humanidad entera. De ese terrorismo básico se alimentan los terrorismos derivados como el narcoterrorismo, el terrorismo de estado y lo que erróneamente algunos llaman terrorismo étnico o religioso”. La reflexión anterior me da pie para comentarte de otra actividad desarrollada en Ramos Mejía, en el Gran Buenos Aires.

El fin de semana pasado se reunieron en un encuentro nacional los delegados diocesanos de la Pastoral de Adicciones y Drogadependencia. Participaron referentes de todas las regiones de la Argentina, lo cual muestra cómo se ha ido consolidando esta tarea pastoral en el país. En total, unas 160 personas entre quienes había 40 sacerdotes. En la declaración final expresaron algo que todos reconocemos, que “la situación es desesperante y nos preguntamos cuál es la respuesta que como sociedad estamos ofreciendo. Debemos sincerarnos. En los centros urbanos estamos discutiendo modos novedosos de intervenir, organizando congresos y analizando las falencias de los distintos paradigmas y modelos teóricos, muchas veces importados, y la respuesta sigue siendo insuficiente, mientras hay cerca de un millón de jóvenes que no estudia ni trabaja en nuestro país”.

También dejan en claro que “si a nuestros jóvenes no les ofrecemos oportunidades reales para crecer, para descubrir el sentido de la vida, políticas públicas de prevención y un sistema de salud adecuado, van a ser estructuralmente vulnerables. No alcanza con perseguir al narcotráfico, hay que cuidar a los pibes”. Y esto constituye un compromiso muy importante. Lamentablemente estamos llegando muy tarde en la vida malograda de muchos jóvenes.

 

Detrás de las redes mafiosas se mueven cantidades enormes de dinero, “el narcotráfico es una red multinacional con gerentes y CEOs, que saben tanto de complicidades políticas como de comunicación, de maquillar la realidad con teorías novedosas surgidas en universidades prestigiosas, de hacer lobby y buscar leyes favorables a sus negocios”.

 

Si quieren consultar el documento completo pueden entrar a la página web de la Comisión Nacional de Pastoral de Adicciones y Drogadependencia: www.pastoraldeadiccionesargentina.org

 

Por último, estamos concluyendo el Año Jubilar de la Misericordia. Demos gracias a Dios por los frutos de este tiempo de Gracia.