Con su habitual frialdad y un arquero sin fallas, derrotó 1-0 a Francia y esta en semifinal por cuarto mundial consecutivo. El gol fue del defensor Hummels, de cabeza.
A veces juega un fútbol de alto vuelo y golea, como en el debut frente a Portugal. Otras, se ve obligado a trabajar más de la cuenta para llevarse un empate, como cuando avanzó a cuartos, después de un duro triunfo ante Argelia que llevó a que algunos medios sensacionalistas encendieran las alarmas de cara al cruce contra Francia y a dar al equipo prácticamente eliminado. Pero Alemania ratificó una vez más que parece de amianto, que las balas le pasan por al lado cuando más ajusticiado parece y, por sobre todo, que siempre tiene una vida más para meterse entre los mejores de cada Mundial.
No debe ser casualidad entonces que Alemania haya llegado a su cuarta semifinal consecutiva, después de sacarse de encima a Francia en un duelo salpicado más por cuestiones históricas que por rivalidad futbolística. Sufrió, es cierto, sobre todo en el final, cuando los de Deschamps se le fueron encima con más empuje y urgencia que claridad, pero ahí también tuvo respuesta: Neuer.
Si alguna duda había generado Francia después de su andar tranquilo en primera ronda y el 2 a 0 con que despachó a Nigeria en octavos, era qué pasaría cuando se topara con un rival de consideración. La llave quiso que justo jugara ante Alemania, y los franceses fallaron.
Cuando más hubo que usar la cabeza, los teutones la usaron. El primer indicio fue el gol de Hummels, quien capitalizó con un preciso testazo un preciso centro de Kroos a la salida de un tiro libre. Eso obligó a los franceses a cambiar la estrategia, esa que hablaba de esperar y salir de contra.
Más allá de que Francia encaró el segundo tiempo con una postura más agresiva, la realidad volvió a demostrar que el aprovechamiento de los espacios y el manejo de los estados emocionales son clave. Y Alemania es experto en la materia. Lo lleva en sus genes y está demostrado en la historia. Ayer, cuanto más y más iba Francia, más piernas para llegar al último quite tenían los defensores alemanes, con el impecable Hummels al frente, incluso para disimular algunos deslices de Boateng, y más aire parecen tener sus delanteros para explotar los espacios que se les abren frente a los huecos que van dejando los rivales.
Schürrle tuvo dos chances claras para rematarlo, y en el arco de enfrente, Francia agotaba sus últimos recursos. Pero Alemania, además de carácter y piernas, tiene un arquero que en la última jugada sacó una pelota tremenda, y dejó al equipo entre los cuatro mejores del Mundial. Como siempre.