Nació para reinar desde su altura absoluta y triunfal. Heredó de los cóndores andinos su vocación de luz. Amadrinó las huestes gauchas que emanciparon la tierra argentina y salió a propiciar soberanía absoluta y triunfal. Retazo de cielo sobre tu Patria joven, sobre tu Patria nueva, alarga tu sombra sobre el confín del país como una bendición de Dios desde la eternidad, porque tus colores forman una paloma bicolor con el azul de lo profundo y el blanco de la paz. Nuestra bandera presidirá siempre nuestras fiestas, majestuosa y augusta.
Es la que puesta al viento flamea en calles al ritmo del regocijo popular, lo mismo que tremoló por primera vez en las barrancas del Paraná sostenida por la mano de su creador. Pero esta bandera nuestra es algo más aún; tenemos en ella el símbolo de la nacionalidad y la esperanza de la Nación. En la Independencia fue coraje, en la anarquía el orden. En la Organización Nacional la ley, en la incertidumbre la fe. La Bandera es la misma de nuestra Nación Argentina, es el mejor poema argentino y su creador, Manuel Belgrano, su mejor poeta.
San Martín, el gigante de los Andes, paseó su paño por la nieve eterna y fue la libertad donde ella flameara y el derecho tirunfo, donde ella fuera y si supo de la sangre del martirio jamás supo del lodo de la afrenta. Azul y blanca, llama de azul y nieve. Bandera nuestra que emocionas con tu flamear eterno porque ella es la Patria y allí dodne ondea, está vibrante nuestro Himno. Es un trozo de Patria y en este día feliz para ella envío a todos mis conciudadanos un mensaje de confraternidad, que atravesando ríos y es calando montes y cuchillas, se eleve hasta las alturas infinitas en plegaria de fe, amor y gratitud para los bienes con que nos distingue el Supremo Hacedor.
María Isabel Latorre