La Copa del Mundo arrancó con más pena que gloria. JLo y Leitte, duelo por las cámaras. Para las chicas, Pitbull. Fotos.
Con protestas e incidentes, el Mundial llegó con los minutos contados, jugadores estrella lesionados y es posible que el revoque de algún estadio esté aún fresco. Con ese panorama, aferrémonos a la idea de que la desconcertante inauguración a la que asistimos hoy fue algo así como un segundo ensayo, una prueba general con trajes y no mucho más. Es eso o resignarse a pensar que la organización del Mundial más resistido de los últimos años no pudo hacer más que lo que se vio. El país que, de un año a otro, nos quita la respiración con el carnaval más grande del mundo, ofreció un evento, como mínimo, decepcionante.
Lo bueno: duró sólo 25 minutos. Lo malo: el resto. Lo llamativo: la bola gigante con 90 mil celdas LED, en el medio de la cancha. Dejemos en un segundo plano a los 660 bailarines. La televisación de la ceremonia de apertura no ayudó a transmitir mucho de ese Brasil desconocido para la cultura media internacional, condensado en la coreografía de la belga Daphné Cornez. Lo mejor: el show de Jennifer López (JLo para el aspiracional público chic), Pitbull y Claudia Leitte, que “levantaron” la deslucida recepción.
La brasileña Leitte fue la responsable de emerger, primera, de esa gran bola de luces. Exultante, entonó los primeros acordes de “We are one”, la canción oficial. El tema es pegadizo, sí. La letra, inentendible. Ni paso tiene. Tal vez, en dos meses, corra la misma suerte que la canción de Corea-Japón 2002: el olvido.
Pero quién iba a fijarse en “We are one” ante la escultural Claudia, a la que se sumaron López y el rapero Pitbull. Los tres emergieron del mismo lugar y, juntos, hicieron lo posible por ocultar un desprolijo playback. No les salió.
Claudia y Jennifer, en trajes verdes y azul, se robaron la poca atención que hubo. La estadounidense venía trabajando en ello desde hacía días: por “problemas de producción” casi se baja de la ceremonia. En el último minuto, confirmó su asistencia. En algún momento, la TV la mostró perdida, tratando de sambar. Pero es JLo, podría haberse quedado sentada y aun hablaríamos de ella como artista principal.
Leitte, movediza, bailó, saltó, perreó. Un poco de todo. Recorrió el Arena Corinthians junto a sus partenaires, con besos al público y guiños a cámara, en un vano intento por pelearle el cartel a su compañera. Entre ellas, el siempre positivo y poco agraciado Pitbull: pantalón blanco con botamangas arremangadas, mocasines blancos, chomba de Brasil metida adentro del pantalón, inseparables gafas de sol. Un simpático cliché. Nada para clavar la mirada en un país que, si no rebasa de hombres atractivos, al menos tiene mucho que ofrecer.
“Será muy divertido, una gran sorpresa”, prometía el cantante días atrás y, de alguna manera, cumplió. Misteriosamente, los tres lograron conquistar las tribunas, mucho más que la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, y los jefes de Estado presentes en la ceremonia, de la que nadie parece reponerse.
Pero no desesperen, hombres y mujeres de poca fe y pasión futbolera, que algo mejor tiene que estar por llegar. Guarden esperanzas para la ceremonia de clausura. Tal vez sea digna del campeonato, no por mérito propio, sino porque es casi imposible que sea peor que la de apertura. Mientras tanto, disfruten del deporte. La recomendación: España – Holanda, el viernes a las 16. Quienes saben del tema, dicen que habrá buen fútbol. El resto, podemos concentrarnos en algunos “interesantes” jugadores. Y sí, todo tiende al equilibrio, y lo de Pitbull hay que compensarlo de alguna manera.