Luego del nocaut más duro de su carrera que le propinó Cotto, el quilmeño inició la curva descendente de su carrera.
Los ciclos, inexorable e indetenidamente, se cumplen. Lo que queda atrás es nada más que historia, aunque muchas veces ésta alcance a producir el fenómeno de convertirse en inolvidable. En el recuerdo, hoy y siempre, lo hecho por Sergio Gabriel Martínez tendrá la vivencia pura de lo producido por un grande. Pero es pasado. Hoy la realidad es otra. Dolorosamente distinta, quizá, pero inapelablemente real como para que nos detengamos solamente a vivir de recuerdos en el tiempo. Porque ayer la realidad de los años y las lesiones le asestaron el nocaut más duro de su carrera.
El puertorriqueño Miguel Ángel Cotto, en el mítico Madison Square Garden de Nueva York, lo derrotó, por nocaut técnico en el 10 round, y le arrebató el título mundial mediano CMB.
Después de 14 meses de silencio boxístico, tras la desteñida victoria ante el inglés Martin Murray el 27 de abril de 2013 y ya con 39 años, Maravilla Martínez no pudo revitalizar su carrera y la terminó sumiendo en un final aún más nefasto y doloroso que aquella noche histórica, en la cancha de Vélez.
Anoche comprobamos que Maravilla ha iniciado la curva descendente de su carrera inigualable.
Los 3000 espectadores argentinos que se llegaron el mítico Garden y los millones que lo siguieron por televisión fueron testigos de que el tiempo también pasó para Maravilla Martínez. De aquel contragolpeador mortífero, nada. De aquel bailarín increíble que se paseaba como un torero por el ring enloqueciendo a sus rivales, sólo un retroceso que por momentos se convirtió en un loca carrera pidiendo clemencia ante los embates de Cotto.
Es cierto que entre ambos púgiles redondearon un espectáculo más que agradable, intenso, sin pausas en los nueve rounds que duró. Pero a la hora del análisis, lo del quilmeño Sergio Martínez estuvo muy lejos de lo que se esperaba. Miguel Cotto se aprovechó de los movimientos limitados de Martínez y con su fuerte pegada se adueñó del ring desde el arranque, causándole tres caída en el primer que fueron preponderantes para el desarrollo del combate.
Sólo en el cuarto round el quilmeño consiguió soltar la izquierda e intentar algún cross aislado. Sin embargo, en ningún momento Cotto dejó el timón del combate en manos de Sergio Martinez. Es cierto, se cebó algunas veces con el uno-dos vertiginoso y llegó a recibir algunas manos por su postura particular. Pero fue demoliendo a Martínez hasta apabullarlo. Al comienzo del decimo round, Pablo Sarmiento, técnico de Maravilla, entendió que la derrota era un hecho consumado y decidió que su pupilo, visiblemente lastimado, no saliera a combatir.
Verlo a Maravilla en tapiz del ring del Madison, impotente, incapaz de resolver y vapuleado desde todos los ángulos, nos dio tristeza, mucha tristeza. Tal vez porque la contundencia con que Miguel Cotto lo derrotó no nos permite apelar al argumento de las excusas. Anoche comprobamos que Maravilla ha iniciado la curva descendente de su carrera inigualable. Y más allá del resultado deportivo que sólo tiene un objetivo fríamente comercial, Miguel Cotto desnudó despiadadamente que las falencias físicas de Martinez que ya no puede sostener en el ring con hechos positivos sus desbordes verborrágicos. Y que triste es saber que del gran boxeador veterano, sólo queda un hombre joven.
Este es el momento que Sergio Martínez debiera asimilar las frases con que el poeta Jean Cocteau aconsejaba el retiro de su amigo boxeador, el panameño Al Brown: “vencer a otras comparsas nada agregaría a tu gloria. Ensaya algo nuevo…” Con ese mismo acento, casi neutro, Maravilla podría asimilar, también, la respuesta de Al Brown: “Le he dado todo al boxeo y el boxeo me lo dio a mi. Estamos a manos. Ahora soy un viejo boxeador que comienza a vivir como hombre joven”.
(*) Especial para 442