El mediático exjuez federal sorprendió revelando comportamientos de su padre, que lo avergonzaron y definió a su propia vida como “una máscara” ya que interpretó “a un personaje que trató de rescatar la dignidad de mi familia”.
Después de 40 años en la Justicia y 21 como juez federal, Norberto Oyarbide aceptó jubilarse y al respecto dijo que “fue muy de golpe. A la luz del gobierno actual y, por cierto, del estampillado que me colocaron cuando sobreseí a Néstor y Cristina Kirchner en 2009, a partir de ahí comencé a transitar la noche más oscura de mi vida. Me trataron de corrupto o adicto al poder y me menospreciaron diciendo que era el personaje más horrendo o despreciable del país. Cuando se eligió al señor Mauricio Macri como presidente yo presentí que me quedaba poco hilo en el carretel”, comenzó señalando en diálogo con La Nación.
“Me recuerdo las palabras de mi querido y respetado Mauricio Macri, que en su discurso prometió que iba a acabar con la corrupta justicia federal. Pues quiero contarte, que el jubilado soy yo. Soy el único que está afuera”, señaló el oriundo de Villa Elisa y con familia en la Histórica y amplió que la causa de las escuchas ilegales contra el actual presidente “está en juicio oral. Hay tres jueces que perdieron su cargo por juicio político, uno de ellos se mató, la cosa no es moco de pavo. La misma sala que confirmó todos mis procesamientos, entre ellos los de Mauricio Macri, es la misma sala que lo sobreseyó. No sé en base a qué… Pero bueno, es parte de la historia argentina”.
Su historia familiar
En otro pasaje de la nota Oyarbide se refirió a su historia familiar en Entre Ríos. “Le haré una confesión que no se la hice ni siquiera al papa Francisco. Cuando era niño vivíamos en una hermosa localidad llamada Villa Elisa, en una casita muy humilde donde mi papá, Gregorio Mario, tenía su peluquería (¡no sé por qué me pusieron Norberto, me hubieran puesto Gregorio, que es más poderoso!). Mi padre era un galán muy requerido por las mujeres y lo sorprendí en situaciones de infidelidad”.
“Yo tenía 5 años cuando descubrí a mi padre robándole un beso en la boca a una dama que no era mamá. Él vio que lo descubrí y me prohibió hablar. Me dijo que tuviese mucho cuidado. Esas palabras me quedaron grabadas como si hubiese sido Hitler el que me estaba hablando. Yo jamás abrí la boca. Años después, gracias a algunas lecturas, descubrí que yo tenía rasgos perfeccionistas. Y entendí que yo me forcé en ser perfeccionista para salvar la dignidad de mi familia”.
“Mi perfeccionismo fue evolucionar al salir del medio del campo, entre la bosta de las vacas, y hacer una carrera brillante. En realidad, señores, fue todo una máscara: interpreté a un personaje que trató de rescatar la dignidad de mi familia, porque mi padre era alcohólico. Si bien no la castigaba ni a mi madre ni a mí, a mí me avergonzaba verlo llegar ebrio a casa”, señaló Oyarbide y concluyó que «cuando crecemos en familias que son profundamente democráticas, nuestro deseo de compartir y conectarse con los demás se extenderá hacia nuestra ciudad. Y de ahí a nuestro Estado. Y se desbordará hasta transformarse en amor a nuestro país. En nuestro país, lamentablemente, se resintió y se maltrató el núcleo familiar. Quiero decir por último que todo lo que le conté fue desde el fondo de mi alma” cerró el exjuez federal Norberto Oyarbide.