La editora jefa de Semanario habla de Wanda con indignación.
No pensaba hablar de los problemas entre Maxi y Wanda, pero la difusión de los audios en los que él la insulta a ella ante el atento oído de los hijos de ambos me causó, cuanto menos, indignación.
Por Marcela Tarrio – Editora Jefa
No pensaba escribir sobre Wanda Nara, pero hasta aquí llegó mi amor. Soy la primera en defenderla cuando decimos que es una “ni” cuyo único trabajo es oficiar de mediática. Soy la primera en aclarar que no será tan bella como la hermana pero le gana en carisma, y vende. Pero esta vez, volcó. E hizo algo imperdonable, al menos ante los ojos de cualquier persona que tenga hijos, esté separada o no.
Cuando comencé a escuchar los audios que ella y su ya marido Mauro Icardi (se casaron después del cierre de esta revista) le hicieron llegar a Jorge Rial, primero maldije a Maxi López por lo violento, pero ya en el último los maldije a los tres. Y me sumé a las palabras del rubio. “Es una vergüenza lo que hacés, tarada”.
No me voy a sumar a los insultos, pero cuántos fuimos Maxi al oír que Wandita no apagaba el altavoz del teléfono dejando que su hijo Valentino (5) escuchara la sarta de barbaridades que papá le decía a mamá, y no a la inversa, claro, porque la rubia estaba grabando y era una lady. ¡Quisiera escuchar una discusión sin grabador! Imagino que una cloaca sería el Don Quijote al lado de la boquita de la ex chica virgen.
Maxi también desbarrancó, y hoy son tal para cual, igualados en la bajeza de mezclar
a los hijos en los problemas de los grandes y no sólo exponerlos a sus ruindades sino a un país que sigue “Los Enredos de Wanda”. Me extraña araña que siendo mosca no la conozcas. Era obvio que te estaba grabando, pero si así no hubiera sido, el nene y el speaker juntos te tendrían que haber frenado.
Con los chicos, no
En esta historia, la peor parte se la lleva Wanda, y sin miramientos. Esto fue claramente doloso, aquí hubo un intención evidente de dejar a Maxi como el peor, previa denuncia por violencia de género, grabando una conversación que llegó antes a los medios que a la Justicia. Y fue, casi, casi, como si ella le dijera a su hijo: “Vení, Valen, vení a escuchar cómo papá insulta a mamá”.
De Mauro no voy a decir nada porque ya el papel de tonto lo hace solo, provocando sin parar al ex de su amorcito. Y espero equivocarme –porque eso querrá decir que al final,
estos dos estaban enamorados–, pero ¡cómo nos vamos a reír de Maurito dentro de un par de años, cuando la calentura con la mujer de su amigo pase y otra botinera más linda y más joven se le cruce en el camino!
Con los chicos no, dice una frase muy mentada. Lástima que muchas veces los padres –hay miles de Wandas y de Maxis– en la guerra con sus ex se olvidan de olvidarse de sus propios intereses y de proteger a los hijos de las miserias de papá y mamá. Y, sobre todo, de cuidar la imagen que esos chicos tienen de ellos. Eso no se arregla con psicólogos. Y las facturas, algún día, te las pasan igual.
29 de mayo de 2014