Se estrena Maravilla, la película, días antes de que el campeón pelee. El boxeador dice que ya tiene una vida vivida, cuesta arriba y rica. Que contar con su familia ha sido fundamental en su lucha.
Es simple pensar en Maravilla, la película, el documental sobre Maravilla Martínez, actual campeón mundial del peso mediano del CMB, como un oportunismo: se estrena unos días antes de la pelea del 7 del junio donde Maravilla defenderá su título contra el puertoriqueño Miguel Cotto (que ha peleado con quien Maravilla mismo define como “un boxeador que bordea la perfección: Mayweather”). Pero hay mucho más y el mismo Maravilla lo dice: “Había cosas de mi entorno que yo no sabían eran así y me pusieron incómodo.” La ópera prima de Juan Cadaveira, un neófito del boxeo que se fascinó con “alguien que ahora tiene la imagen del héroe, pero que hace tres años no era reconocido en el país pese a que en Estados Unidos había sido el nocaut del año”, es uno de esos documentales que sabe hacer simbiótica la mítica del deporte.
—¿Qué descubriste con esta película? Es muy cruda y no filtra nada: hasta muestra la forma en que funcionan ciertos aspectos turbios del boxeo.
—En esta película descubrí la personalidad fuerte que tengo. Y que me gusta pelear con los grandes. Que me gusta noquear molinos de viento. Que no me gustan las injusticias y que me vi muchas veces así, como un microbio peleando contra una maquinaria que no ayuda a nadie. Y ahí te das cuenta que muchas veces necesitás una mirada externa, y te das cuenta que todo es difícil, pero también es por lo que peleaste.
—¿Es difícil ser campeón?
—No es difícil ser campeón, es difícil creerse campeón. ¿Se entiende? No quiero decir fue fácil. Lo más difícil de ser campeón es portarse como tal. Es entender que lo sos. Y que ahora tenés que ser otro en muchas cosas. Y cuidarte mucho. Porque somos un ejemplo. No puedo emborracharme, no puedo salir y pelearme. No puedo: tengo que ser ejemplar. Eso es lo más difícil. Los problemas te buscan cuando sos campeón, pero yo supe esquivar eso. Esquivar la exposición. Es más complicado ser mediático que ser campeón. Hoy me festejan que bien me visto y mañana salen y pueden decir ‘éste es maricón’ y pasado mañana que ‘es otra cosa’. Es una bola de nieve que te termina aplastando. El rumor noquea a cualquiera. A veces es muy difícil ser campeón. Es fácil perderse en los halagos. No hay que hacerlo.
—¿Qué te ha salvado ayer cuando era muy difícil? ¿Y hoy?
—El vínculo con los cercanos míos, con mi madre, con mi familia, con la gente que yo elegí.
—¿Qué pensás que hiciste en la vida para que hoy se estrene algo que se llama ‘Maravilla, la película’?
—Tengo una vida muy vivida, con muchas experiencias, con mucha cuesta arriba. Una vida muy rica. Los últimos 20 años de mi vida se basan en animarse, tomar decisiones difíciles: irme, aguantar, ser ignorado. Ser campeón es mucho, seguro y he peleado mucho para llegar: pero sin decisión nada importa. Verme en la pantalla del documental fue ver mis decisiones hechas realidad. Hay que decidirse a salir, a intentar hacer cosas. Cuando entrenas, nadie piensa que sos campeón porque entrenaste diez mil horas más que ellos. Sólo están a tu lado, y te dicen: “yo me levanto a las cuatro y dejé de robar, o de drogarme, para ser campeón.” Y ahí está: yo no soy campeón por algo distinto, soy campeón porque entrene esas diez mil horas. Decidirte es ya lograr una victoria sobre vos mismo.
—¿Cómo fue el trabajo junto a Juan Pablo Cadaveira para hacer la película y cómo viste esos momentos donde, como dijimos, se muestra que además de tu esfuerzo hubo algo institucional en tu contra?
—El me siguió mucho tiempo. Justo cuando me habían quitado el título y estaba en un momento muy complicado. Y lo que hizo fue excepcional. Cuando vi la película pude darme cuenta que había estado en lugares donde yo ni siquiera me había dado cuenta que estaba, que había entendido desde dónde mirar algunas cosas que ni sabía que estaban. Se ve la realidad del boxeo ahí, y hay aspectos donde es muchísimo menos romántico de lo que uno cree. Me permitió verme de una forma nueva. Es tremendo en ese sentido lo mucho que uno puede necesitar una mirada externa. Fue un trabajo durísimo hacer el film. Para él, fue duro y para mí también. Hubo mucha pasión en lograr que esta película se hiciera.
—¿Cómo ves a la Argentina hoy?
—Argentina está complicada. Está jodida. El pueblo está como triste y apagado. Y razones tiene para estar triste y apagado. Ojalá pueda encontrar su rumbo, ojalá los mandatarios puedan encontrarle la vuelta. Y no hablo solamente de Argentina. Pero hay un sistema que está creado para que los países pobres sean más pobres y los países ricos sean más ricos. De afuera se ve eso. Se ve muy fácil. Estamos oprimidos bajo un sistema mundial que es casi dictatorial, que viene siendo la dictadura del dólar. Los bancos están aplastando a cada uno de los ciudadanos del mundo. Ojalá se pueda encontrar una vía de escape, una alternativa.
—¿Cómo estás para la pelea del 7 de junio?
—Estupendo. Con muchísimas ganas. Ya empecé a correr en el campo. Me pasa que tengo que pensar en el rival: no hay diferencia entre Cotto y Marcelo Vivas, el rival que tuve cuando debuté. Porque cuando suena la campana estamos los dos solos. Lo que quiero decir es que no puedo pensar en que voy a pelear en el Madison Square Garden, donde pelearon todos. No me conviene ir mentalmente ahí. Con Chavez Jr. no podía pensar en otra cosa que el rival y peleé en otro templo del boxeo.
—Es medio cliché, pero sería divertido saber qué pensás del clásico de boxeo de la historia del cine, de ‘Rocky’.
—Cualquiera que algún día quiera boxear, tome mi consejo: no hagan lo que hace Rocky Balboa. Se lleva 350 millones de pares de golpes y van todos en el mismo ojo. Eso es impensado en una pelea. Y menos que menos si eso lo hace en un único round. Eso es impensado, insisto. Yo creía que era de verdad cuando niño. Yo creía que Rocky era bueno. Y seamos sinceros: no se puede tener un cuñado tan pesado al lado del ring y una mujer tan tonta, pero tan tonta. Yo conocí al hombre que entrenó a Balboa. Si fuera él no lo andaría diciendo por el mundo que yo fui la persona que entrenó a Rocky Balboa.