El retraso de las obras en Brasil no es nuevo. Los casos del Maracaná y el estadio Centenario.
Luciano Wernicke
La FIFA está muy preocupada por el avance de las obras para el Mundial de Brasil 2014. La principal incertidumbre obedece al estado del coliseo que será escenario del partido inaugural, Brasil-Croacia, el 12 de junio: la “Arena Corinthians” no está lista.
El estadio fue “probado” por primera vez el domingo pasado para un encuentro del campeonato local entre Corinthians y Figueirense, con apenas 36 mil espectadores, casi la mitad de los que presenciarán la apertura de la Copa. En sus alrededores todavía persistían escombros, máquinas, estructuras de hierro y grúas, pero lo peor fue que la “Arena” ofreció un sistema de iluminación deficiente.
El reacondicionamiento de la casa de Corinthians costó unos 450 millones de dólares (casi un centenar por encima del presupuesto original), provocó la muerte de tres obreros y la fecha original de entrega debió haber sido el 31 de diciembre de 2013 y no el 21 de mayo, apenas tres semanas antes del comienzo del torneo más importante del deporte mundial.
Estos problemas de organización e infraestructura no son nuevos en los Mundiales. De hecho, para la primera edición, Uruguay 1930, el estadio Centenario de Montevideo no llegó a terminarse para el comienzo de la competencia, el 13 de julio. Estaba previsto que este coliseo albergara todos los partidos de la Copa, pero el retraso obligó a que los primeros encuentros se realizaran en las canchas de los clubes Nacional y Peñarol. Cuando finalmente se inauguró, el 18 de julio, el cemento estaba todavía fresco, y muchos de los asistentes dejaron grabadas frases para la posteridad, algunas patrióticas, otras amorosas.
Cuando Brasil fue sede de la Copa en 1950, también se produjeron inconvenientes con las obras. El estadio Maracaná de Río de Janeiro -una monumental joya arquitectónica cuya construcción demandó casi dos años, la mano de obra de once mil trabajadores, medio millón de bolsas de cemento y diez millones de kilogramos de hierros- fue completado apenas seis días al inicio de la competencia. Allí se disputaron ocho de los 22 encuentros del certamen, incluida la histórica final Brasil 1-Uruguay 2, que tuvo la mayor concurrencia de la historia del fútbol: 200 mil personas.
No todos los preparativos mundialistas tuvieron saldos negativos: las Copas de Chile 1962 y México 1986 presentaron estadios excelentes a pesar de haber sufrido sendos terremotos que provocaron graves destrozos pocos meses antes de las competencias.
Casi todos los estadios del Mundial de Estados Unidos 1994 se utilizaban originalmente para otros deportes, como el “fútbol americano”. Empero, en esta edición se produjo la mayor asistencia de público a las canchas: los 52 encuentros disputados en el torneo reunieron casi 3,6 millones de espectadores, a un promedio de casi 69 mil por partido. A esta cifra sólo se acerca la registrada en Alemania 2006 -con un total de 3.359.439 asistentes- pero en 64 partidos, doce más que en Estados Unidos.
Algunos coliseos también ofrecieron novedades muy interesantes: En 2002, el Sapporo Dome de Japón fue el primer estadio techado en albergar un encuentro mundialista; para Sudáfrica 2010, los escenarios Mbombela (de la ciudad de Nelspruit) y Peter Mokaba (Polokwane) presentaron una carpeta que combinaba hierba natural y sintética.
(*) Autor del libro “Historias insólitas de los Mundiales de Fútbol”