La halitosis es un mal que según la OMS padece el 60 por ciento de la población. Se origina por causas fisiológicas o patológicas. Cuáles son los métodos más efectivos para contrarrestarla. Hay muchas razones por las que aparece el mal aliento. Las principales son las relacionadas a una higiene bucal deficiente: no cumplir con la frecuencia de cepillado o uso del hilo dental adecuado provoca que en la boca y entre los dientes se acumulen bacterias que producen el olor desagradable. También es muy frecuente por cuestiones fisiológicas, por ejemplo al despertar por la mañana debido a que las estructuras bucales estuvieron en reposo por varias horas y la producción de saliva fue escasa. En el 90 por ciento de los casos, la halitosis proviene de la cavidad bucal (enfermedades en las encías, boca seca o caries). Sin embargo, también puede presentarse como una manifestación de alguna otra patología: por ejemplo puede tener su origen en el sistema respiratorio (sinusitis), en el aparato digestivo o por trastornos sistémicos (infección renal, disfunción hepática). Y también está el estilo de vida. La alimentación es fundamental. Algunos consumos favorecerán un mal aliento, como cebollas crudas, ajo o repollo, entre otros. Además, el consumo de fármacos, el tabaquismo o las prótesis dentarias, debido a que las dentaduras postizas y puentes pueden acumular restos de comida. Es un problema de carácter social cuyo abanico de alcance es amplio. Afecta a una de cada dos personas. De hecho, la Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que el 60 por ciento de la población sufre o ha sufrido de mal aliento en algún momento de su vida. Las recomendaciones principales de los especialistas se enfocan en el estilo de vida: señalan tener buenos hábitos dentales (el cepillado y el uso del hilo dental). Los enjuagues bucales, caramelos de menta o goma de mascar suman para refrescar el aliento. Y cuando se padece una condición o enfermedad apuntada como posible factor de halitosis, el tratamiento de la misma también ayuda para la higiene bucal. Desde el Instituto del Aliento, un centro especializado en este tema, se sugiere evitar alimentos muy secos e incrementar el consumo de ensaladas, de cítricos que estimulan la producción de saliva y camuflan el mal olor, beber agua abundante o infusiones no azucaradas y utilizar especias y hierbas como la canela, el romero o la menta. Otra manera es controlar la respiración. Es decir, estar atento a que sea por la nariz y no por medio de la boca, ya que así provoca la evaporación de la saliva. También seguir una rutina diaria comiendo algún tipo de alimento cada cuatro horas y beber, al menos, un litro y medio de agua al día. Y para los expertos otro aliado conveniente de adoptar es mascar chicle, porque humedece la boca mientras se masca y limpia los dientes. El departamento de Ciencias y Tecnologías de los Alimentos de la Universidad Estatal de Ohio (Estados Unidos) comparó la efectividad de varias frutas y vegetales en la eliminación de los principales volátiles asociados con el “aliento a ajo” e identificó los más apropiados para erradicarlo: a través de un experimento determinaron que la manzana, la lechuga (crudas) y las hojas de menta redujeron significativamente todos los volátiles del aliento a ajo, aunque las últimas tuvieron un mayor nivel de desodorización que las otras. Según un estudio del Instituto de Tecnología de Israel, el té verde puede ayudar a combatir el mal aliento gracias a un grupo de sustancias químicas encontradas en las plantas: los polifenoles. Y científicos de la Universidad de Tel Aviv del mismo país revelaron que el café no sólo no causa halitosis -como se suele pensar-, sino que su extracto es capaz de inhibir a la bacteria que la causa.
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